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La Tribuna

Estamos aprendiendo

por Zazil-Ha Troncoso

El gobierno aprendió también que deben tener inversiones en materia de tecnología, la cual les otorga mayores capacidades de acción, tanto para acudir a los lugares más críticos, como para establecer canales de comunicación.

Dicen que el ser humano es animal de costumbre y así parece que es. El pasado domingo 25 de diciembre, un fuerte terremoto de 7,6 grados en la escala de Richter azotó al sur de nuestro país, causando la preocupación y la cobertura informativa de todos los medios del territorio e incluso del mundo.

A diferencia de lo acontecido a las 3:34 de la mañana del 27 de febrero del 2010, en esta oportunidad, los organismos de emergencia se encontraban preparados. La fecha navideña no encontró oficinas vacías. Hemos avanzado.

Por su parte, la más cuestionada de todas las oficinas del Estado en esta materia de emergencias es el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), quienes nuevamente cometieron un error en materia de información, entregando con imprecisiones las horas en que eventualmente llegarían las olas a la costa, lo cual debieron corregir. Afortunadamente, no pasó a mayores, pero es un nuevo desafío que deben corregir para una próxima ocasión.

Tras la evacuación de diversos sectores costeros quedó la sensación de un panorama totalmente distinto al de 2010. Se pudo apreciar una sociedad informada, preparada y dispuesta a colaborar con el proceso de emergencia, tanto en materia de acudir a zonas altas, como también de apoyo a los organismos de emergencia, y eso fue fundamental.

Pese a la violencia del movimiento, no se registraron mayores daños en materia de infraestructura, lo que también habla de un país que, en el rubro de la construcción, ha dado pasos importantes.

El 27F, si bien no es totalmente comparable con lo que ocurrió el fin de semana, nos entrega lecciones estadísticas importantes. A diferencia de los 500 muertos que dejó ese desastre –muchos a causa de la mala coordinación del Estado y producto de la deficiente construcción–, hoy podemos hablar de que no se han registrado casos de fallecidos por esta emergencia, y eso es lo más valorable.

Todo parece indicar que estamos adquiriendo como comunidad, una cultura sísmica que nos permite actuar con responsabilidad en casos de este tipo de catástrofes.

El gobierno aprendió también que deben tener inversiones en materia de tecnología, la cual les otorga mayores capacidades de acción, tanto para acudir a los lugares más críticos, como para establecer canales de comunicación.

La Onemi realizó un trabajo impecable frente a este terremoto. Nadie puede hablar de graves errores en la interpretación de datos. Todo funcionó acorde a los estándares que requiere un país como este frente a los sismos. Esto indica, sin lugar a dudas, que se ha avanzado hacia una profesionalización de los organismos de emergencia a nivel nacional, que trascienden los gobiernos de turno.

Ahora sólo resta mantener los simulacros y el trabajo con las comunidades de forma permanente, probar mensualmente los equipos de comunicaciones y hacer campañas de difusión que fortalezcan los consejos y formas de actuar de la población frente a estas situaciones.

No nos olvidemos que ahora comienza la temporada de incendios y también se requiere una población informada. 

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