Cuidado, que el pueblo se ilusiona

Recordar que estamos en el 2017 parece ridículo, pero en esta oportunidad es absolutamente necesario, ya que estamos en un año importante en lo que respecta a la política. Es año de elecciones.

Este año escogeremos el cargo más importante de nuestro país, al Presidente, aquel hombre o mujer que dirija los destinos de nuestro país por los próximos cuatro años, vale decir, hasta el 2022.

También será momento de votar por un diputado, y en nuestra región no se escogerán senadores, porque se hará en regiones impares. Haremos lo propio para definir quiénes serán los consejeros regionales, quienes serán hombres importantes, porque a la larga, distribuyen los recursos por toda la región.

Pero bueno, lo central no es la elección en sí, sino más bien, todo lo que ello conlleva. Por ejemplo, hay que tener mucho cuidado con los “ofertones” de campaña, ya que el pueblo se ilusiona, y en la realidad en la que está hoy en día nuestro país, no estamos para fanfarreas ni falsas expectativas.

Por tanto, sea un candidato presidencial, diputado, core, o el cargo que esté en disputa, tendrá que ser absolutamente responsable, porque está jugando en una línea muy delgada entre lo que realmente se puede hacer, y siendo fríos para catalogar, en la exageración, en el panfleteo, ese que sólo busca votos, pero no tiene ningún sustento en la práctica.

Serán muchos los candidatos para dirigir los recursos regionales –cores–, por lo que los dirigentes sociales, los vecinos en sí, tendrán que poner mucho ojo para que no le pasen gato por liebre. Y lo mismo en todo nivel.

No podemos dejarnos llevar por un lindo discurso, que no por ser bien hilado, será necesariamente una propuesta que se pueda cumplir. Debemos fijarnos en las urgencias del país, para ver quién responde a ellas. Sin más ni menos.

Muchas veces se habla de que los políticos están alejados de la realidad que viven millones de chilenos a diario, y es precisamente en estos momentos cuando más se profundiza aquel concepto.

Pero aquí la tarea más grande es de los propios candidatos. Es cierto, hay que pedirle a la ciudadanía que participe, que realmente se interese por definir a una autoridad, pero lo titánico lo deben realizar aquellos que postulan a los cargos de elección popular, puesto que ellos son los que tienen en su “poder” la opción de limpiar la política, de no ensuciarla con comentarios innecesarios, o acusaciones falsas que sólo buscan denigrar a su contendor.

Son ellos los que tienen la responsabilidad de no crear falsas expectativas en la gente con anuncios parafernálicos. Y el concepto es claro, no le mientan a la gente por sólo aumentar la popularidad, porque la cosa es simple: si no te apoyan, no es necesario destruir.