El comercio ambulante y el daño que le genera a los establecidos

Es fácil leer en las redes sociales, la defensa al comercio ilegal señalando que los precios y la situación económica del país, no permiten a las personas comprar en los locales establecidos.

Otras de las razones que se esgrimen, es que es gente que se está ganando el dinero dignamente en vez de andar robando.

Este último punto es bastante cuestionable, pues quien compra en la calle a los ambulantes, primero no puede asegurar que el producto sea de calidad. Si es comida, no cumple con ninguna regulación sanitaria de la Seremi de Salud, por lo tanto el riesgo de adquirir enfermedades en inminente y en tercer lugar, no paga permisos, patentes ni tampoco da boleta, es decir, comete una acción que es al menos injusta.

Esto porque un trabajador, un comerciante establecido o con permiso o un microempresario tiene la obligación de pagar impuesto a la renta, contribuciones y tantos otros pagos que van al fisco y que sumados entre todos los chilenos se traducen en hospitales, calles, consultorios, contratos de médicos especialistas y tantas otras necesidades, sin embargo, el ambulante es egoísta, se preocupa de sus propios intereses personales y no de los colectivos en los que todos están insertos.

Otra de las excusas que señalan las redes sociales, son que la responsabilidad es de los comerciantes, ya que no se reinventan para poder captar clientes. Es imposible poder competir con los precios de los ambulantes, por muchas razones que basta leer el párrafo anterior para darse cuenta lo que eleva los costos.

Si usted prefiere el comercio ambulante, entonces después no se manifieste contra la falta de infraestructura o tantas otras necesidades, ya que si amplificamos este problema al resto de Los Ángeles, a la Provincia de Biobío, a la región y a todo el país, las pérdidas millonarias que se generan por esta conducta individual del consumidor que elige elementos del comercio ilegal, perfectamente podrían ser unos buenos recursos para el desarrollo de la comunidad.

Por ello, se hace necesario que el ente fiscalizador, la municipalidad, persiga con todo el rigor de la ley el comercio ambulante, ya que destruye el negocio de quienes honestamente pagan todo lo correspondiente para funcionar. No podemos permitir que las autoridades se pongan una venda en los ojos para evitar conflictos sociales.

Consideración con quienes cumplen con sus responsabilidades, no es mucho pedir.