No damos abasto

Cuarenta y cinco mil vehículos pagaron su permiso de circulación en Los Ángeles, dato al que hay que sumar los que llegan y los que circulan por la capital provincial. Fácilmente podríamos tener un estimado de 55 mil automóviles recorriendo las calles al día. Colapsamos.

La ciudad tardó mucho en pensar y proyectar lo que pasaría con la expansión inmobiliaria, el despegue económico y la gran cantidad de trabajadores y profesionales que arribarían a la zona y hoy están las consecuencias.

Tacos a toda hora del día, mala distribución de los servicios de transporte público, calles obsoletas y angostas, precariedad y falta de estacionamientos son, por dar una pincelada, parte de los graves problemas que enfrenta este territorio.

Los Ángeles tiene uno que otro proyecto de mejora, pero son insuficientes para la situación actual. ¿Qué hacemos entonces? La respuesta es simplemente exigir.

No puede ser que la capital regional esté concentrando la mayor cantidad de recursos. Circular por la capital penquista nos permite apreciar que la descentralización sólo llega a esa zona en detrimento de Los Ángeles.

Autopistas, avenidas amplias, corredores de transporte público, buses, trenes, taxis, colectivos y un gran despliegue que permite descongestionar en parte las arterias públicas.

Además, posee tres enormes estacionamientos subterráneos en pleno centro: bajo la plaza de Armas, bajo el palacio de Tribunales y en el subsuelo del Mall del Centro. Otra realidad.

Es lamentable como la ciudad de Los Ángeles, capital de una de las zonas que mueve la segunda materia prima más importante del país como es la madera, tiene tan paupérrima organización vial y proyectos para ser ejecutados a la brevedad.

El propio presidente de la Cámara Chilena de la Construcción local, parece estar dando palos de ciego, porque no es tomado en cuenta cuando plantea la realidad de nuestra zona: se requieren grandes obras de infraestructura y pensar y hacer los proyectos ahora, para los próximos dos, cinco, diez o veinte años.

No podemos permitir que las burocracias estatales del sistema público, la diligencia de las autoridades gubernamentales o municipales se estanquen. Hoy los autos no tienen el espacio que se requiere para circular, la locomoción y la calidad del servicio de microbuses es muy precaria y las ciclovías y veredas se están transformando en estacionamientos. ¿Quién hará su trabajo?