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La Tribuna

Beneficios de la práctica deportiva para los abuelitos

por Víctor Contreras

La actividad física no es algo reservado para las generaciones jóvenes ni mucho menos. A avanzada edad existen variadas alternativas de mantenerse activo deportivamente, lo que traerá múltiples beneficios. Acá le contamos de qué se trata y aportaremos unos consejos.

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El grupo de edad más numeroso en siglo XXI será el de los mayores de 65 años, personas cuya capacidad disminuye a medida que decae su actividad física diaria, comenta la Fundación Del Corazón de España a través de su página WEB.

Sin embargo, gran parte de este deterioro se puede corregir fácilmente con sencillos programas de ejercicio. La actividad física mejora la salud, la capacidad funcional, la calidad de vida y la independencia.

BENEFICIOS DEL DEPORTE EN LA TERCERA EDAD

Con la actividad física a avanzada edad, tanto la calidad del hueso como la fuerza muscular, la elasticidad, el sistema inmunológico o la eficacia cardiorrespiratoria mejoran considerablemente.

Y algo importante para todos los tatitas: ¡Aumenta la memoria! Además, reduce el riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés.

Un estudio del Instituto Karolinska en Suecia, constató que el ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cualquier tipo de demencia en la vejez y puede reducir hasta en un 40 por ciento el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular.

Mejora la composición corporal y, con ello, ayuda a controlar la tensión. Si la actividad física se mezcla junto a una dieta cardiosaludable, reduce el riesgo de contraer diabetes tipo 2.

En personas con baja resistencia aeróbica que precisan ayuda para realizar las tareas de la vida cotidiana, la práctica de un ejercicio físico mejora su consumo máximo de oxígeno y les hace ganar independencia, asimismo disminuye las cifras de colesterol en la sangre y la grasa total del cuerpo.

EL EJERCICIO IDEAL

Lo más recomendable son los de tipo aeróbico, a intensidad baja o moderada, esto por su menor exigencia cardiovascular. Hay que hacer hincapié en los trabajos de estiramiento, movilidad y flexibilidad, frente a los de resistencia. Los más aconsejables son:

-   La marcha, en todas sus modalidades: paseo, senderismo, caminatas urbanas, etcétera.

-   Pezca o actividades de juegos con los nietos.

-   El ciclismo en circuitos seguros o en bicicleta estática.

-   La natación.

-   El golf.

-   Numerosos tipos de gimnasia como mantenimiento o aeróbica

-   Zumba moderada

-   Y para recordar los días de “Malón”, no deje de lado el baile de salón.

-   Los que requieren cierta experiencia previa como el fútbol, el tenis o el pádel, se recomienda siempre que no sea con afán competitivo.

TIEMPO ADECUADO

La intensidad debe situarse alrededor del 60-70 por ciento de la frecuencia máxima para obtener una mejora de las condiciones cardiovasculares, y con una frecuencia de al menos dos a tres sesiones a lo largo de la semana y una duración media de 30 a 40 minutos por sesión.

A medida que aumenta la edad, sin embargo, hay que incrementar la frecuencia semanal y disminuir el tiempo por sesión hasta realizar una actividad física de 15 minutos todos los días.

CONSEJOS Y PRECAUCIONES

Consulte a su médico si está decidido a hacer ejercicio. Su historial y una prueba de esfuerzo determinarán qué tipo de ejercicio puede practicar y a cuánta intensidad. Además, descartará la existencia de cardiopatía coronaria.

CALENTAMIENTO

Ejercítese en grupo, según su edad o grado de incapacidad. Le dará seguridad y le ayudará a superar los problemas.

Hay que relajar la musculatura. Cuando se trabaja con cierta tensión, la tonicidad muscular es superior a la normal y causa fatiga y cansancio.

No hay que llegar a la fatiga en ningún caso. El ánimo competitivo tampoco debe provocarte excesiva tensión.

El ejercicio tiene que ser ligero, de corta duración y con frecuentes descansos. Evite los deportes que supongan un reto para la vista o el equilibrio.

No hacer deporte a última hora de la tarde porque podría dificultar el sueño.

No realizar ejercicio en condiciones extremas de frío o calor, tanto en ambientes cerrados como al aire libre. La menor proporción de glándulas sudoríparas en las personas mayores dificulta la pérdida de calor. Hay que evitar el ejercicio en ambientes calurosos o con alto grado de humedad.

Detén la actividad ante cualquier síntoma anormal

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