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La Tribuna

Despilfarro público

por Leslia Jorquera

Cuando vemos a nuestros diputados profesando discursos de igualdad, de equidad y de hacerse parte de causas sociales, hay que predicar con la austeridad. Eso es lo mínimo que se puede pedir.

Cada ciudadano de este país, paga altas sumas en impuestos. Cada producto que compre, desde un súper 8 a una casa, tiene una carga impositiva del 19%. Asimismo, el impuesto a la renta, también llega a arcas fiscales.

Con este dinero se financian obras sociales, programas de gobierno, los “bonos” que se entregan a las familias vulnerables, se construyen calles, carreteras y puentes, se financian los programas educacionales y también, se pagan los sueldos y gastos adicionales de los “servidores públicos”.

Por ello, genera impotencia o rabia, que después de esa gran entrega de recursos que hacen todos los chilenos, los dineros sean ocupados para despilfarrarse de manera desmedida por los parlamentarios.

Cuando la dieta de los legisladores supera en 36,5 veces el sueldo mínimo, no se entiende ni se explica el por qué los contribuyentes además, le deben pagar el teléfono a ellos y a todo el staff de personal – muchas veces hijos, esposas o yernos.

Si se suman las 788 líneas de los parlamentarios, en total significan un desembolso de más de 389 millones de pesos. Una verdadera falta de respeto. No hay otra opción.

Mientras en zonas como la provincia de Biobío, existe una gran cantidad de necesidades como la pavimentación rural – que es una de las zonas con más retraso en Chile – o la construcción de hospitales de mediana complejidad que permitirían mejorar la calidad de vida de miles de familias, estos dineros son despilfarrados en abultadas cuentas telefónicas, de las cuales, pese a la justificación que son para uso de la labor legislativa, no nos consta.

Lamentablemente, las leyes las hacen ellos. Lo que sería más honesto, es que si tienen dietas totalmente millonarias, ellos puedan organizar sus recursos para financiar lo que necesiten. No pueden estar pagando los chilenos con menos recursos la vida de lujos que se dan nuestras autoridades. Es inaceptable.

Cuando vemos a nuestros diputados profesando discursos de igualdad, de equidad y de hacerse parte de causas sociales, hay que predicar con la austeridad. Eso es lo mínimo que se puede pedir.

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