Una sociedad con mayor conciencia de sus derechos& pero respetémonos

Estos días nos ha impactado la acción de un hombre que molesto contra las respuestas entregadas por el Mall angelino, respecto de un robo que sufrió en los estacionamientos del recinto, tomó la decisión de desnudarse en el patio de comidas, con el objetivo de dar a conocer su problema y exigir a la compañía que le responda por lo ocurrido. Si bien hay versiones a favor y en contra de esta acción, lo cierto es que refleja que hoy existe una sociedad mucho más exigente de los lugares o personas a los que les entrega su confianza.

Es cosa de ver las movilizaciones sociales, que, aunque parezcan una situación diferente, se asemejan mucho a lo ocurrido en el centro comercial. Una sociedad cansada de las injusticias, de la mala calidad de la educación, de los proyectos energéticos contaminantes y tantos otros, se reflejan prácticamente todos los días en algún punto del país.

Por otro lado, se castiga severamente a empresas que no tienen un comportamiento adecuado con los clientes.

Hace algunos años atrás, cuando recién se instaló Mc Donald’s en Concepción, salieron a la luz casos que afectaban negativamente a la línea de cadena rápida. Lo que generó no ha ocurrido en otro lugar del mundo, con excepción de Bolivia, la cadena cerró y por mucho tiempo sus locales en la capital regional.

Para el escándalo de la colusión de las farmacias, la comunidad también se manifestó. Mientras un grupo prefirió farmacias de barrio otros manifestaron su descontento ante las compañías en las llamadas “funas”.

Si bien hay acciones que no son justificables, lo cierto es que el ojo de la ciudadanía está atento a lo que ocurre con respecto al comportamiento de los entes públicos y privados. Estrechar la confianza entre las partes puede ser catapulta de una publicidad gratuita hasta incluso el fin de un negocio. Todo se traduce en respetar para ser respetado.

Ahora, como sociedad también nos corresponde agotar todas las instancias de diálogo. Saber de los derechos, no se debe trasformar en arrebatos desproporcionados. Escucharnos puede ser la clave entre los avances o estancamiento de esta democracia del día a día.