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La Tribuna

Fallé yo y en general fallamos todos

por Leslia Jorquera

Benjamín Ahumada.
Jefe de Prensa
Diario La Tribuna y Radio San Cristóbal

27-10-2017_19-29-241__BenjaminAhumada /

La semana que nos deja fue una de las más tristes que me ha tocado vivir en mi provincia desde que decidí regresar a ella y, en específico a Mulchén, la ciudad que poco a poco se acuerda de mí.

La muerte de Carlos Seguel y de Erick Rivera marcará, sin duda, un hito importante de 2017, no por el hecho de su partida, más bien por las condiciones en que perdieron la vida.

En el primero de los casos, la agresión que sufrió el hombre que vivía en situación de calle me ha hecho pensar en los victimarios: un hombre de 18 años y un adolescente de 16.

Como miembro de esta sociedad he concluido que fallé, no porque pude haber evitado la brutal golpiza que recibió, sino porque no fui capaz de exigir a mis autoridades el correcto cuidado de otro chileno.

Fallé porque en mi rol de ciudadano no exigí al Estado que ejerciera su rol educador y protector. El Estado debe educar a todos y así lo establece nuestra Constitución y la pregunta de mi reflexión se hace inmediata ¿por qué ese hombre de 18 y ese niño de 16 años acumularon ese nivel de odio en su corta vida? Y tras ella una más obvia ¿dónde estaban esas instituciones encargadas de protegerlos, cuidarlos y educarlos, independiente de cual sea su realidad y las cosas que ellos amaban?.

En el caso de Erick Rivera, un joven que amaba los autos y la velocidad me pregunto ¿dónde estaban las instituciones del Estado para evitar las carreras clandestinas? Y la pregunta se torna más en contra, pues construí junto al equipo de periodistas de Diario La Tribuna y Radio San Cristóbal diversos artículos para intentar terminar con ellas y convertirlas en carreras legales en algún autódromo provincial. Incluso hablamos con expertos y policías dando alternativas para regularlas, pero no insistimos, pensando que nuestras autoridades ya estaban al tanto y analizando las soluciones.

En ambos casos sé que fallé, pero también entiendo que hemos fallado todos, por lo que he calificado como una negligencia nuestra no exigir el correcto funcionamiento de las instituciones del Estado, ya que ese es su rol.

Ceder mi soberanía para que sea administrada por otros y aprobar con ello la creación de diversas instancias que nos cuiden, protejan y eduquen es únicamente el primer paso. Como miembro de la sociedad es mi tarea fiscalizar y exigir su correcto funcionamiento de las mismas.

Reclamar y demandar que cumplan la función para la que fueron creadas es mi deber, pero no lo hice y entiendo, tras la reflexión, que no lo hicimos.

Como equipo nos sumamos al dolor de las familias y amigos, pero entendemos que debemos hacer mucho más de lo realizado hasta ahora.

Aquí, más allá de repudiar las causas de la muerte de Carlos y Erick como ciudadanos debemos exigir las respuestas de nuestras autoridades.

No basta con escuchar palabras de rechazo a los hechos de violencia por parte de quienes nos gobiernan, ellos deben explicar a cada uno de los chilenos por qué fallaron las instituciones y que están haciendo ahora para que funcionen de la forma en que se escribió su constitución.

Basta de negligencias, basta de hablar por hablar, es momento de que trabajen para lo que dicen trabajar, es decir, por el bien común de todos los chilenos, sobre todo de los que viven en la calle, de los que crecen en torno a la violencia y en los que creen que pueden vivir al margen de todo.

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