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La Tribuna

El tejido como estilo de vida

por Marcela Vidal

La tejedora, quien actualmente reside en Los Ángeles, siempre ha amado el talento que tiene desde niña. Hoy se actualiza con otras técnicas.

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Cuando Marlene Toloza habla de tejido, su voz se alza, y es que desde los 13 años viene practicando esta antigua disciplina que –señala- aprendió sola, viendo diferentes revistas.

Dice que esta pasión comenzó entrelazando pequeñas cadenas y de ellas nació su primer tapete. Cuando creció, fue formando manteles, cortinas y otras variedades de productos del hogar.

Tejer es una de las técnicas más antiguas en la historia del mundo. Mujeres y hombres han hilado materias primas para crear ropa, mallas y otros artículos, hasta llegar a la decoración que, sin duda, ha sido otra práctica que ha crecido con la historia.

Marlene  se siente orgullosa de ello.

En entrevista con La Tribuna, esta creadora empezó contando sus inicios: “Yo me interesé por esta técnica sola y desde niña he realizado proyectos manuales, crecí entre el crochet y siempre ha sido mi pasión”.

Explica que en su vida ha hecho muchos trabajos, porque siempre le ha gustado el área manual, pero ha tenido que compartir su pasión con las otras áreas de su vida, entre aquello, sus dos amados hijos de 14 y 17 años, además de su trabajo como secretaria.

“Yo amo tejer, porque mi crochet es mi talento más preciado. Por lo mismo, he intentado ser independiente, pero, lamentablemente, no se aprecia a cabalidad el trabajo”, explica la mujer, mientras señala que su competencia son las grandes marcas con el material importado.

LA LUCHA POR SUBSITIR DEL ARTESANO LOCAL

Marlene explica que durante su vida ha desarrollado diferentes talleres a personas interesadas en aprender esta técnica, por lo que, con tiempo y disposición, ha podido organizar estas instancias.

Dice que la idea surgió en Mulchén, donde vivió por varios años. Allí trabaja con personas que querían aprender desde lo básico. En esa ocasión cobraba 6 mil pesos por la jornada de cuatro horas.

La amante del crochet explica que “en mis talleres, entregaba materiales y dedicaba horas para que mis alumnos aprendieran desde cómo tomar un crochet, hasta hacer las cadenas”, agregando que, las personas que se interesen, requieren de concentración, agilidad y, sobre todo, perseverancia. Eso cuesta, dijo.

Explica también que dejó sus talleres, puesto que el pago era escaso; además, no era un ingreso contante, por lo que debió dedicar su tiempo a otras labores, entre ellas, la maternidad.

Además, recuerda que, lamentablemente, en años anteriores no era una enseñanza reconocida como lo es actualmente y tampoco existía el interés ni la iniciativa por aprender esta técnica, “por ello, tuve que buscar trabajos en otros lados”, sentencia.

“Seguí tejiendo por encargos a lo largo de mi vida, pero con el tiempo tuve que innovar y por medio de internet aprendí otras técnicas”, señaló, explicando que aprendió de fieltro y de telares, instancias que la llevaron a conocer más internet, donde supo que su talento podía ser mostrado en redes sociales.

UN CAMBIO DE VIDA: LAS MANUALIDADES RESUCITAN

Con el paso de los años, Marlene se percató de que el talento de tejer tomó un valor especial para los ciudadanos y eso sucedió cuando llegó hasta Los Ángeles para que sus hijos estudiaran, momento en que potenció el conocimiento de otras técnicas.

“Acá hice cursos independientes para innovar. Me involucré en otros proyectos, de igual manera, como, por ejemplo, tejer telares. Además, aprendí a hacer atrapasueños”. La artesana expresó que eso la llevó a exhibir su trabajo en diferentes actividades.

Para presentar sus obras, Marlene pudo utilizar redes sociales, donde ideó un proyecto titulado -como ella más se caracteriza- “Manos creativas de telar y crochet”, donde pudo presentar la gran variedad de trabajos que hoy decoran su casa.

Una de sus seguidoras en la redes le planteó, en cierta ocasión, la idea de participar en agrupaciones comunales de la ciudad. Fue así que llegó hasta la feria local en plaza Pinto, donde pudo presentar todos su proyectos y poder venderlos.

“Puedo estar un día entero haciendo un atrapasueños, pero lo valoro mucho, porque para mí es una pasión. Este trabajo tiene otro valor y con terminaciones más finas”, comentó la artesana, quien confesó que su trabajo requiere mucho amor; de lo contrario, no resulta.

Explica que el año pasado dictó exitosos talleres de telar, los que tuvieron un valor de 35 mil pesos, y explica que “acá entregué todos los materiales para que las personas se lleven un bello recuerdo y trabajo con materiales rústicos”.

También nos contó que su labor en el tiempo estival es muy fuerte.

Por otra parte, la entrevistada relató que, junto a los otros 60 expositores que llegan hasta Los Ángeles, ha podido conocer la realidad del emprendedor local, por diferentes reuniones y propuestas que surgen en esas instancias.

TEJER: UN APORTE A LA SALUD

Según la opinión de diferentes profesionales de la salud, son muchas las personas que hoy optan por realizar estas técnicas para mejorar su calidad de vida, de ello nace la conocida lanaterapia, una práctica que aporta a la concentración y, a su vez, despeja la mente.

Frente a esta referente, Marlene nos cuenta que “cuando uno teje, se envuelve tanto en lo que hace, que se olvidan los problemas y, aunque no lo pueda hacer todo el día, ello aporta a despejar la mente”.

Ante esta nueva tendencia social, el psicólogo angelino Ernesto Contreras explica a Diario La Tribuna que “estas prácticas calman la ansiedad, por el estilo de vida que llevan los ciudadanos”.

Esto, según explica el profesional, entrega una sensación de satisfacción por los pequeños éxitos que sienten las personas frente a actividades pequeñas que tienen un “comienzo y final”, y esta acción puntual tranquiliza, comentó el profesional.   

Frente a su trabajo y el valor que este tiene hoy en día, Marlene agrega: “Es muy gratificante cuando las personas se llevan mi trabajo, porque son valorados, más allá de lo que ofrece el comercio, porque estos trabajos tienen cariño y, sobre todo, mucha pasión”, finalizó la mulchenina radicada en Los Ángeles.

Hoy, con alegría, Marlene se prepara para su siguiente exposición en la plaza Pinto y, por ello, con amor, como siempre, pone a punto cada una de sus manualidades.

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