67,03% de la provincia de Biobío votó por Sebastián Piñera

El día de ayer, en todo el país, cerca de 7 millones de chilenos acudieron a las urnas para cumplir con el deber cívico que le permite a esta democracia escoger al Presidente de Chile.

Nuevamente, todos los pronósticos fallaron. Nunca se esperó que más de 600 mil votos de diferencia determinaran los resultados en favor de uno de los candidatos.

De esta manera, hoy se debe hacer dos importantes análisis.

El primero es para los ganadores, quienes tienen la misión de encausar al país hacia lo que ellos han denominado “los tiempos mejores”, los cuales, se espera, traigan importantes logros en materia de crecimiento, empleo, productividad y oportunidades para todos los sectores de la sociedad. Ellos deben comprometerse con el bienestar de todos los chilenos, incluso de aquellos que no votaron por Sebastián Piñera. No puede haber diferencias.

De la misma manera, a partir del 11 de marzo tendrán que trabajar intensamente para poder convencer en el congreso -ampliamente dividido- e imponer las propuestas de trabajo, ya que la oposición se prevé bastante dura.

Por su parte, los derrotados deben tener la capacidad de aceptar la decisión democrática de la gran mayoría de los compatriotas y entender que, si a un presidente de Chile le va bien, tal como dice Alejandro Guillier, “a Chile le irá bien”.

Las últimas semanas estuvieron marcadas por una gran división entre los chilenos. El odio, los comentarios violentos y los ataques ideológicos ocuparon las páginas de la prensa, de las redes sociales y de todos los medios de comunicación. Tanto las personas de izquierda como las de derecha profirieron palabras con una fuerte carga negativa que polarizó a nuestro país.

Siendo tan pequeños en el mapa, no podemos permitirnos la bajeza de vivir en los extremos.

En los próximos 4 años, la tarea de todos -tanto de quienes serán parte del oficialismo, como de la oposición al Presidente Piñera- es dejar de lado las ansias de poder y perseguir lo que realmente uno espera de los políticos: que trabajen para lograr el bien común de toda la sociedad, en donde mejore la educación, la salud, el trabajo y las pensiones. Esa meta es compartida por todos los sectores y hay que profundizar en ello.