Una conducta cobarde

En las páginas de hoy podrá conocer la historia de Juan Sarpi, quien llegó hasta las oficinas de La Tribuna para denunciar a un vecino –arrendatario de un local comercial– quien habría soltado a su perro para que ataque a su madre, una mujer de 85 años de edad.

La situación, de la cual existe denuncia en la Fiscalía, se encuentra en pleno proceso de investigación.

Es así como llegó hasta nuestro poder un video que muestra a un hombre caminando hasta su taller y devolviéndose al detectar la presencia de la anciana y, posterior a ello, soltando al perro para que la ataque.

Esta acción, si es tal como muestran las imágenes, sería un acto cobarde y desmedido que debe ser investigado, ya que si se comprueba que el sujeto actuó de manera intencional, debe enfrentar el castigo que la justicia determine.

El hecho es aún más grave, porque el sujeto utiliza a su perro para que actúe por él, justo cuando en el país se ha trabajado intensamente por una legislación que respete a los animales en su esencia.

Sin embargo, lo que vivió esa mujer ocurre no sólo en este lamentable caso, sino en muchos sectores de la ciudad de Los Ángeles y la provincia de Biobío, en donde la intolerancia y la falta de diálogo y respeto entre los vecinos terminan de la peor manera.

Hemos visto peleas a golpes y hasta intentos de homicidios por diferencias que se escaparon de las manos.

Frente a esta situación, más allá de los temas legales que impliquen las violaciones a la ley, se debe hacer una reflexión. Si usted tiene diferencias, como en esta historia, con su vecina, ¿es justificable que tome acciones tan vengativas como soltar a un perro salvaje para que la ataque? Claramente, no.

Entrenar a los animales para que actúen de esta manera no es una forma de criar ni domesticar.

Para velar por una sociedad mejor, no sirve de nada la ley ni un gobierno que apliquen mano dura u otras sanciones para el mal comportamiento, si desde nosotros mismos, los habitantes de este país, no tomamos una actitud más constructiva y respetuosa frente a nuestros pares. La empatía se ha ido perdiendo y está en la sociedad recuperarla, no en el castigo.