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La Tribuna

Tucapel una comuna con relatos dignos de traspasar generaciones y libros

por Marcela Vidal

Se habla de un tesoro y de un misterioso personaje de la naturaleza, quienes guardan una gran historia que muchas personas de seguro no conocían, sin embargo los lugareños las mantienen latente entre sus generaciones.

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A cincuenta minutos de Los Ángeles, en la pequeña comuna de Tucapel, muchas son las historias que se tejen en torno al crecimiento de esta zona que en su pasado guarda relatos inusuales e increíbles que ha traspasado a un innumerable número de habitantes.

Uno de estos misterios, trata del relatos del mítico tucapelino, que vivió en la localidad de Huépil conocido como “Fillo IV” quien todos señalan, nació del mismo bosque donde fue encontrado cuando tenía cerca de 25 años por lugareños, no tenía vestimenta y poca habla.

Otra de estas historias se teje en torno un reconocido habitante que conoce mucho de la historia de Tucapel, quien relata el misterioso secreto a voces, que se teje en torno a una olla de oro encontrada en la misma costa de la laguna El Manco, donde un afortunado hombre, encontró nada más ni nada menos, que una inmensa cantidad de oro, que nadie explica de dónde provino.    

EL HIJO DEL BOSQUE

Sin duda, esta es una de las historias que más ha marcado a los habitantes de esta comuna ya que relata la leyenda de un joven que según dicen nació del mismo bosque, porque de su pasado, nada se conoce.

Este personaje es conocido como “Fillo Cuatro”, quien cerca de 1959 fue sorprendido por un grupo de lugareños, en un fundo llamado Rucamanque, en medio de la espesura del bosque, al momento de verlo y hablarle huyó despavoridamente en medio de la vegetación.

Luego de muchos días y en muchas apariciones, las personas de este lugar optaron por comunicarles la noticia a carabineros, quienes lograron capturarlo. Este se mantenía completamente desnudo, con el pelo largo, la barba abundante y no sabía hablar.

Ante el temor de que huyera, tal como lo hizo las primeras veces, fue preciso mantenerlo por un tiempo atado y encerrado, proporcionándole, alimentación y vestuario, el que, al no estar acostumbrado a su uso terminaba destruyendo completamente.

Muchos recuerdan que con el paso del tiempo, este hombre llegó al pueblo con un trotecito y trasportando cuatro rocas que reconocía como “bodo chato” y junto con ello sólo comunicaba su nombre “Fillo Cuatro”.

Varios dicen que este hombre, fue un hijo del bosque, puesto que nadie se explica su origen ni como pudo ser capaz de vivir inmerso en esta compleja zona de grandes fríos y mucha lluvia, pero esto ha causado que este personaje sea reconocido como uno de los más queridos.

Después de esto, muchos años pasaron y el hombre se acostumbró a vivir con sus pares, coexistía de lo que le daban de comer y feliz jugaba entre las calles.

Recuerda que falleció en la calles un frío día, pero en su despedida mantenía con una serena sonrisa, que casi parecía agradecer su paso por este mundo.

Le dieron un entierro digno en el cementerio y en su lápida titularon “Aquí descansa Juan de Dios hallado” desde entonces muchos acudían a visitarlo.

Según dice el mito, en el cementerio de Huépil descansaban muchas velas, producto del cariño que muchos de sus habitantes sentían por el querido hombre de misterioso origen natural.

Sus restos y lápida misteriosamente desaparecieron producto de un incendio por la gran cantidad de velas que dejaban sus fieles seguidores.

De él se han escrito muchas historias, leyendas y mitos, algunos dicen que es hijo de la misma tierra, otros un pobre abandonado del destino, pero lo único cierto, es que él solo conocerá su origen y que se llevó con su vida mucho cariño he inocencia.

UN TESORO EN LAS COSAS DE LA LAGUNA EL MANCO

En el retirado sector de Polcura, un hombre mayor, de mucho saber, Jaime Quezada, bastante sabe de hechos misteriosos. Al hacer memoria, explicó que uno de los relatos que más le sorprende es el de un hombre que se hizo de buena vida al encontrar un tesoro en una quebrada de la laguna El Manco.

Esta laguna, es uno de los más bellos atractivos que posee la comuna de Tucapel y seduce a cientos de visitantes que llegan a este lugar en busca de distracción o una tarde de tranquilidad.

Según relata este historiador popular, conocido por muchos habitantes cerca de la década del cincuenta, en uno de los senderos que bordea este lugar, un humilde hombre encontró una olla, cargada de monedas y otros enceres que le otorgaron hace décadas una vida acomodada.

“Uno de los testigo oriundos de Polcura, siempre afirmó que este hombre fue un suertudo al encontrar este entierro que misteriosamente estaba cargado de oro” relató Quezada.

Según explicó este hombre, supo por boca de los mismos testigos, que bajo de uno de los quillayes que ahí descansaba este suculento tesoro, que habría guardado algún asaltante o quién sabe otra entidad sobre natural.

¿Suerte o brujería?, en la ex Placilla Norte –Antes de ser nominado Polcura- un hombre se hizo rico este que causó mucha envidia entre cientos de sus vecinos.

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