La cancillería chilena: una entidad reactiva

Evo Morales lo está disfrutando. Tiene a los políticos de más alto nivel del país, a los historiadores y a los cientistas políticos analizando cada una de sus acciones, discursos y hasta los tuits.

Quizás los bolivianos no se den cuenta de que el verdadero objetivo del presidente es generar una ola de patriotismo que le permita mantenerse en el poder, donde el propio Tribunal Constitucional de su país le permitió ir nuevamente como candidato en 2019.

Para Morales, Chile siempre va a ser su caballo de batalla para levantar al pueblo en favor de él, y los chilenos se prestan cada vez para reaccionar.

Durante los últimos días hemos visto desfilar por los medios al Presidente Sebastián Piñera; al Ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero, senadores, diputados y expertos del derecho internacional, quienes han caído en el juego de Bolivia, que los ha hecho reaccionar una y otra vez.

Chile entrega certezas claras de que el país altiplánico debe respetar el tratado de 1904, sin pensar que la decisión de negociar hoy no depende de ellos.

Lo mismo ocurrió en la demanda marítima de Perú, donde se realizó este mismo comportamiento para refutar los argumentos del gobierno peruano y, finalmente, Chile perdió ante la CIJ, esa es la verdad.

El Estado chileno no sabe manejar los conflictos internacionales. Su hábito de contestar todo y no colocar temas sobre la mesa parece ser el talón de Aquiles. Aquella actitud sumisa, rogando por el respeto al derecho internacional, no sirve de nada. Aquí hay temas de fondo que son políticos.

La imagen internacional de nuestro país se ve ensuciada, incluso, con esta demanda que nos parece absurda. Con esto, Chile queda como el país que no quiere dar una salida al mar a Bolivia, limitando su desarrollo y tantos otros planteamientos.

Las autoridades gubernamentales y los políticos de nuestro país deben actuar para lo que fueron escogidos y tienen la obligación de defender la soberanía del país, que permita dar tranquilidad y seguridad a todos los habitantes de este territorio. No hay espacios para la cobardía ni para los disidentes. Chile es y será desde Arica a Punta Arenas, hoy, mañana y en 200 años más.

Se requiere de un Estado valiente que aprenda a abordar los conflictos internacionales con una actitud más sólida, pero también más propositiva, ya que, en este caso, lo único que queda claro es que, tal como sostuvo la abogada especialista en derecho internacional Paz Zárate, ambos países perderán. Bolivia no tendrá salida al mar y Chile tendrá un vecino que lo odiará aún más.