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La Tribuna

Escuela Ralco Lepoy: Un viaje a la esforzada educación en medio de la nieve

por Alejandra Sánchez

Son 177 los alumnos que llenan de alegría, risas y colores el establecimiento, quienes pese a todos los obstáculos que se les puedan presentar, se esfuerzan diariamente por ir a la escuela.

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Son las siete de la mañana del miércoles (ayer). Los niños de la provincia de Biobío comienzan a partir rumbo a sus colegios, con temperaturas extremas de mucho frío.

Con este panorama, estamos listos para partir rumbo a la comuna de Alto Biobío, específicamente, a localidad de Ralco Lepoy, con el objetivo de conocer a la comunidad educativa de la escuela de dicho lugar. Hemos escuchado que han habido intensas nevazones y nos interesa saber cómo se lleva la vida en ese alejado lugar.

Nos esperaban cerca de 160 kilómetros de viaje, rumbo a la cordillera, donde habita la mayor cantidad de comunidades pehuenches de la provincia.

Fueron más de tres horas de camino, en las que con el paso de los kilómetros, el frío se hacía notar cada vez más, son de esos que te congelan las manos, te hacen tiritar y te llegan a los huesos. Con ello, vemos un hermoso paisaje que se va tiñendo de blanco, con nieve por todos lados, y un camino que cada vez se pone más dificultoso, por la escarcha.

Pese a ello, un singular paisaje nos acompañaba en el recorrido, con caminos de tierra, una que otra vivienda en medio de la nieve, chivos y vacas sobre enormes parcelas, y las araucarias marcando su presencia en la ruta.

El viaje es extenso y se ve poco a poco la fuerte presencia de la nieve. Vamos pendientes del camino, y con un poco de miedo por lo resbaladizo. En algún momento, perdemos las esperanzas de llegar al objetivo, pero ahí fue cuando en medio de las montañas y ese manto blanco divisamos una estructura con techo verde. Nos acercamos y en un cartel vimos que decía: Escuela Básica G-1181 Ralco Lepoy. ¡Eureka! por fin habíamos llegado a destino.

Al entrar, quedamos sorprendidos. Nos hablaron de una escuela rural, emplazada en plena cordillera, y con un dificultoso acceso. La verdad es que no nos imaginábamos la bella y moderna infraestructura con la que nos encontramos.

Ahí, una señora, amablemente sale a recibirnos. Es la tía Juanita, una de las inspectoras de la escuela, quien, dentro de todas sus labores, se encarga de registrar a toda persona que llegue al establecimiento educacional.

Luego de presentarnos, nos acompañó a la oficina del director. Todos nos saludaban amablemente.

Al ingresar al recinto, lo primero que nos llamó la atención fue sus murales con pinturas referentes a la cultura Pehuenche, y con frases en su idioma chedungün, además de trabajos de los alumnos, lo que hacía sentir una agradable calidez de hogar.

Luis Rosales, es el director de la escuela de Ralco Lepoy desde el 2016, pero además es ex alumno del mismo establecimiento, quien nos acompaña en este recorrido por la escuela, mientras nos detalla el lineamiento de trabajo educativo y la importancia que para ellos y sus alumnos tiene la educación intercultural.

Pasamos curso por curso saludando a los niños, de prekínder a octavo básico. La escuela tiene un total de 177 alumnos, en donde cada aula se encuentra un profesor, un asistente, además de una profesora diferencial que trabaja con los pequeños de integración.

Lo que llama gratamente la atención es que las clases se realizan complementadas siempre con el idioma originario, el que todos hablan perfectamente, y que a diario se preocupan de incentivar, no tan sólo dentro del aula, sino que también con espacios que son tradicionales de esta cultura pehuenche. Sin duda, es un ejemplo de lo que es la educación intercultural.

Además, tienen sus clases con el educador tradicional, Francisco Purrán, quien se encarga de incorporar tanto la cultura e idioma pehuenche a los alumnos de la escuela, clases que se realizan en una ruca.

Acompañamos a los alumnos de tercero básico a esta clase, quienes sentados alrededor del fogón, compartían un mate mientras el educador, la profesora mentora, y dos tíos asistentes, preparaban sopaipillas, esto en torno a una entretenida conversación, algo típico en la cultura pehuenche, lo que se convierte en un grato ambiente familiar, además de ser un punto importante en el aprendizaje de los niños.

LA RUTINA ESCOLAR

A las 6:20, el tío José es quien conduce uno de los furgones de acercamiento que tiene la escuela, y se encarga de ir a buscar a cada alumno a los caminos adyacentes al principal.

Nos cuenta que lleva 21 años en el establecimiento, y además se encarga de la biblioteca. Hace 14 que traslada a los alumnos, los que no sólo son de Ralco Lepoy, sino que de localidades aledañas, donde la más lejana es El Barco, y muchos de los pequeños deben caminar para llegar a tomar el bus.

Además, cuando es mucha la nieve que ha caído, el furgón no tiene acceso a algunos lugares, pero pese a eso sus padres los van a dejar donde pasa el bus, caminando kilómetros con sus hijos, y también para ir a buscarlos a las 4 de la tarde, hora en la que salen los alumnos.

Sin duda, una destacable actitud, que demuestra que pese a las barreras que se pueda tener, como las inclemencias del tiempo, los padres y alumnos están comprometidos y motivados a estudiar, luchando, incluso, contra el crudo frío de la mañana.

Cuando llegan al recinto, es emotivo ver como docentes, asistentes, y todo el personal que trabaja allí, se saludan con un caluroso abrazo con los alumnos, de esos abrazos que demuestran que sólo hay un cariño verdadero y agradecido. Una bella postal que me quedó marcada en la memoria.

 

ALGO MÁS QUE SÓLO CLASES

De a poco es fácil maravillarse con lo que veía, mientras escuchaba las historias de algunos docentes, alumnos y el director.

Lo que uno puede imaginarse fácilmente de una escuela rural, es que a causa del mal tiempo van muy pocos niños a clases  o que los profesores no son más que tres, y que las aulas serían de cursos compartidos, pero no es así.

Estábamos en una escuela con 177 alumnos, 20 docentes y 19 asistentes de la educación, con amplias dependencias, una calidez humana increíble, y un compromiso único con cada uno de sus estudiantes, de entregarles, no únicamente educación de calidad, sino que también cariño y contención.

Pero la escuela de Ralco Lepoy, no es sólo eso, sino que, además tiene alrededor de 85 alumnos internos, de lo que el director nos contaba que se recibe sobre todo a quienes viven en lugares muy apartados, o que no viven en un entorno familiar muy bueno. Inclusive tienen a niños que están en el Sename, priorizando a los de 5° a 8° básico, aunque excepcionalmente pueden llegar pequeños hasta de primero.

Mientras escucha al director, nos angustiaba pensar que niños tan pequeños, que no superan los 14 años de edad estén tanto tiempo alejados de su familia o que no tengan un buen ambiente familiar, viviendo en medio de la violencia, y donde también muchos de ellos han debido acortar su niñez, asumiendo responsabilidades del hogar.

Pero el tono de voz de orgullo del director, además de ver el lindo lugar en el que viven, dejó claro que el compromiso que tienen, va más allá, no se trata de sólo enseñar o cumplir con una pauta educativa, se trata de potenciar a sus alumnos, a que salgan adelante que sean mejores personas y que lleven con orgullo sus tradiciones pehuenches.

Durante la conversación los más pequeños corrían y jugaban felices, nos acercamos a dos de ellos, Rocío y Luis, alumnos tercero básico, sólo les pregunté si les gustaba estudiar, a lo que dijeron a coro que sí, y solos comenzaron a contarnos de su escuela. “Nos gusta estar acá, los profesores son muy buenos, cariñosos, también nos enseñan en la ruca, porque esta es nuestra cultura Pehuenche. Estamos felices acá, nos gusta venir al colegio, solamente faltamos cuando estamos enfermos, pero aunque haya mucha nieve nos abrigamos bien y venimos al colegio”.

 

UNA FAMILIA DE DOMINGO A VIERNES

La gran mayoría de quienes trabajan en la escuela, llegan el domingo y se van el viernes, viven durante toda la semana ahí, hay algunos de Concepción, Chillán, Los Ángeles o Santa Bárbara, lo que a muchos nos causa asombro, y la pregunta que inmediatamente afloró en nuestro equipo fue ¿Por qué de tan lejos llegan a trabajar allí, y que pasa con sus familias?

Pregunta que le hicimos a dos jóvenes profesores de Concepción, Claudio y Andrea, quienes por su vocación simplemente llegaron, de lo que no se arrepienten, pese a postergar su vida familiar, la experiencia y el conocimiento que la escuela les ha entregado, y no tan sólo la escuela, sino que los alumnos, de quienes, cuentan han aprendido mucho, lo consideran impagable.

Cuesta resumir todo en unos pocos párrafos, estaríamos escribiendo páginas y páginas de mi día en la escuela de Ralco Lepoy, experiencia que sin duda nos llenó de orgullo, el ver a toda esta hermosa comunidad educativa, y sobre todo a los alumnos, quienes pese a todo lo mal que lo pueden estar pasando, sea por uno u otro motivo, saludan y reciben con una hermosa e inocente sonrisa, ver sus ojitos y darme cuenta de todo el esfuerzo que, desde tan pequeños, hacen día a día para no faltar al colegio y aprender, verdaderamente es impagable.

Una importante enseñanza, de esfuerzo, sacrificio, perseverancia, y del importante sello intercultural de toda la comunidad educativa.

Agradecer a todos, principalmente a su director, Luis Rosales, abrirme las puertas, y conocer la historia de todos quienes conforman la escuela Básica G-1181 Ralco Lepoy.

MEJORAS Y AVANCES

Son diversos los avances que la escuela ha presentado en este último tiempo, así lo detalló el alcalde de Alto Biobío, Nivaldo Piñaleo.

“Hemos tomado las medidas con Vialidad especialmente con el Ministerio de Educación, en donde le hemos garantizado internado, transporte escolar. Y por qué menciono Vialidad,  porque son ellos quienes tienen que despejar los caminos para poder así entregarles una educación de calidad a los niños de nuestra comuna”.

A lo que agregó que “por lo tanto hay una preocupación del alcalde como sostenedor, pero en coordinación de las instituciones que prestan servicio en Alto Biobío, en materia vial, comunicacional, y en materias tan importantes que los mismos profesores y educadores tradicionales y también en la misma confianza que los padres han tenido en colaborar que su hijo asistan siempre a clases, porque hemos creído que la educación es la mejor herramienta para competir en cualquier lugar del mundo; como identidad y como pehuenche”.

“Por esa razón es que nuestros alumnos han tomado conciencia que es importante estudiar. Y por eso es que ellos están cumpliendo regularmente su asistencia, están cumpliendo regularmente recibir su alimentación, para así durante el periodo vacacional de invierno poder descansar, van a estar en sus casas y nosotros así también poder hacer mejoras que nos permita recibir el segundo semestre con más ánimo, entusiasmo para que nuestros hijos puedan terminar este año académico 2018”, expuso Piñaleo.

Asimismo añadió que “así seguir soñando en materia educativa para que muchos se vayan al liceo a universidades, pero las herramientas están, son muy escasos los recursos; pero con lo poco que tenemos ‘pucha’ que le hemos puesto empeño para que estos jóvenes estos niños reciban la mejor educación la de Alto Biobío. Y eso debo agradecerlo a todas las buenas personas que han colaborado de una u otra manera, en programas en proyectos, en consejos para que los niños no falten a clases” puntualizó.

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