El patrimonio hídrico

En la última reunión del Consejo Urbano de Los Ángeles, surgió un concepto que a todos llamó la atención: el patrimonio hídrico.

Este planteamiento, no estaba relacionado sólo a lo que está relacionado con los regantes, si no con la manera en que se puede proyectar la ciudad hacia estos aspectos.

Los Ángeles está rodeada por esteros. El Quilque y el Paillihue, son los principales de la zona urbana y tal como hemos visto en el desarrollo de reportajes de televisión y medios escritos, en la actualidad son sólo basureros, pudiendo ser el eje arquitectónico de la capital provincial.

Hasta hace 25 años, en el Gran Concepción, las lagunas Grande, Redonda, Tres Pascualas y hasta el río Biobío, eran sinónimo de basurales, inmundicia, ratones y delincuencia.

El trabajo que realizaron los municipios y los privados para volcar la metrópolis a sus cuerpos de agua son ejemplares. Hoy, lo que antes perjudicaba y desvalorizaba las viviendas, es un elemento de plusvalía hasta para construcciones de lujo. ¿Por qué aquí no?

Si se trabajara en un diseño de ciudad que mire hacia sus esteros, no cabe duda que podríamos tener una herramienta para darle mayor identidad.

Es cosa de ver lo que ocurre entre Mall Plaza Los Ángeles y el casino. Hubo una postal que quedó inmortalizada en uno de los calendarios que realiza la municipalidad, que parecía una ciudad de Europa. Imagínense proyectar todo el recorrido del Quilque en un paseo.

Es muy confortable soñar. Pero si nos proponemos estas grandes tareas para el futuro, viviremos en un lugar mejor y las generaciones futuras podrán estar agradecidas de quienes tomamos la iniciativa en este tiempo.

Por esta razón hay que hacer un último llamado. Sólo hasta mañana usted puede ser parte de las opiniones que buscan rescatar la ciudad de Los Ángeles que se quiere en el futuro. Sólo le tomará 5 minutos (o menos). Ingrese a www.visionciudad.cl o entregue su punto de vista a los voluntarios de Inacap que están recorriendo las calles.

Aprovechemos estas instancias de poder dar nuestra opinión sobre lo que esperamos del lugar en que vivimos, estudiamos o trabajamos.