Si bien las energías renovables han penetrado con fuerza en la matriz eléctrica, en específico la matriz energética primaria -aquella que incluye transporte, calefacción e industria- sigue dominada por los combustibles fósiles. Con esta idea inició su presentación la Dra. Laura Azócar, académica de la Facultad de Ciencias y directora alterna del Centro de Energía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC).
La Dra. Azócar enfatizó que Chile alcanza solo un 35% de independencia energética. "Tenemos una brecha importante que avanzar en esta materia. Hoy todo depende del petróleo. Pasa algo en la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y a nosotros nos sube el pan, el transporte, todo. Ahí es donde nuestra región tiene mucho que aportar en la diversificación de la matriz energética", enfatizó Azócar.
Durante las últimas dos décadas, Chile ha apostado por distintas vías para generar biocombustibles. Desde el biodiésel a base de canola, pasando por aceites reciclados de cocina, hasta la formación de consorcios conformados por empresas y universidades que han investigado la potencialidad de biomasa lignocelulósica y en base a macroalgas. "El aprendizaje en esta área ha sido bastante interesante, los procesos fueron técnicamente viables, pero no así económicamente".
Esta búsqueda ha dejado una lección estratégica: el modelo de biorrefinería. "No vamos a competir con el petróleo solo vendiendo biodiésel, pero sí podemos hacerlo a través de la biorrefinería, que es similar a la refinería del petróleo, con la diferencia que la materia prima es la biomasa", detalló. Agregó que "la idea es generar productos de alto valor y que el producto secundario sea el combustible. Ese es el camino que hay que recorrer para producir combustible con biomasa de manera rentable".
En relación a biocombustibles sólidos, la académica destacó que el pellet "es un producto real y es una industria que existe en este momento". Biobío produce el 70% del pellet nacional, elaborado a partir de residuos forestales. Este crecimiento se ve reflejado en el hecho que el país apareció por primera vez en un reporte de la prestigiosa revista Bioenergy Europe, señal de reconocimiento internacional y el potencial que tiene especialmente en nuestra zona.
Esta industria sigue creciendo y se proyecta una producción, a 2050, de 700.00 toneladas a nivel país. Pero también ha enfrentado obstáculos, especialmente debido a quiebres de stock. "En 2014, 2020 y 2022 nos quedamos sin pellet", recordó. Las causas fueron la baja en la producción de aserraderos, celulosa y la consiguiente escasez de materia prima.
Para apoyar el desarrollo de esta industria, la UCSC desarrolló el proyecto FIC Biobío Pellet, el que apuntó en tres líneas: trabajar con las pymes, difundir a la sociedad y explorar nuevas materias primas. "La disponibilidad de materia prima es clave para impulsar el desarrollo del pellet en la región", enfatizó.
Otro proyecto desarrollado en la misma línea fue la valoración integral de los residuos de podas de vides, como fuente de extractos polifenólicos y materia prima para la producción de pellets de calefacción doméstica.
Azócar también abordó dos desarrollos emergentes: el gas licuado renovable (RGLP) y los combustibles sostenibles de aviación (SAF). El primero, producido a partir de residuos de aceites de fritura, ya se encuentra en etapa de prueba.
Sobre los SAF, apuntó que los compromisos son bastante ambiciosos: "Se espera que en Chile el 50% del combustible de aviación sea de origen renovable al 2050". La investigadora destacó que cambiar la tecnología aeronáutica tomará mucho tiempo de desarrollo, por lo que se ha optado a nivel mundial es generar opciones que sean iguales al combustible de aviación, pero sostenibles.
La Dra. Azócar cerró su intervención con una visión clara a 2050: el potencial del Biobío es real. "Biobío cuenta con capital humano con experiencia, también con trabajo colaborativo entre universidades, empresas y sector público. También existe una logística de reciclaje de aceite usado vegetal y avances en la separación de residuos", detalló. A ello sumó experiencia en investigación, desarrollo e innovación en el área de biocombustibles líquidos y sólidos, laboratorios especializados, avances en normativas y capacidad instalada en Biobío. "Somos una región industrializada y tenemos refinerías", sostuvo.
Entre los desafíos, mencionó la necesidad de mejorar la articulación entre la implementación de normativas, incentivos tributarios u otros de forma paralela con el incentivo al desarrollo de la investigación, desarrollo e innovación, evaluación de nuevas materias primeras, desarrollo de biorrefinerías y tecnologías "made in Chile", mejorar la gestión de residuos sólidos, y una mayor vinculación entre ciencia, sociedad y sector público y privado.
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