El sistema frontal de la semana pasada trajo consigo una serie de consecuencias que quedaron a la vista de todos. Árboles y postes de luz caídos en calles y carreteras de las distintas comunas de la provincia de Biobío debido a las intensas rachas de viento.
Pero a además de eso, el temporal dejó efectos, por así llamarlos, silenciosos y que sólo las personas al interior de sus viviendas saben y que tienen que ver con las dificultades en familias con integrantes con algún diagnóstico médico que requieran de la energía eléctrica para atenderlos.
En esta oportunidad y raíz de un testimonio que nos hizo llegar una vecina de Los Ángeles, hablaremos sobre las complejidades que traen un corte de luz en familias con niños con el diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Melisa Salinas Cárdenas es una vecina domiciliada en Los Ángeles y madre de cinco hijos, dos varones y tres niñas. Su tercera hija Monserrat Fuentealba de ocho años de edad, tiene el diagnóstico de TEA, mientras que el menor de sólo un año -llamado Dante- está en observación debido a la posibilidad de tener esa misma condición.
Esta trabajadora independiente y dueña de su propio emprendimiento, divide su vida entre su empleo y el cuidado de sus hijos menores, que debido a la condición de TEA requieren de una atención más dedicada.
La "Monse", como suele pasarle a los niños y adolescentes con TEA, tiene rutinas preestablecidas como parte de su condición, acostumbrada a estar en una casa con energía eléctrica y realizar sus actividades bajo ese escenario.
Por eso un prolongado corte de luz puede llegar a desajustar la rutina de un niño, niña o adolescentes con TEA, a tal punto de generar colapsos o crisis en ellos.
Esta situación es lo que quiso compartir Melisa con diario La Tribuna, enviando su caso a los canales de contacto de este medio para dar a conocer esta temática.
Melisa Salinas, de 42 años, vive en el centro de Los Ángeles y estuvo sin luz en su casa desde el mediodía del pasado viernes hasta la tarde del sábado, es decir, más de 24 horas sin suministro eléctrico, tiempo en que su hija no lo pasó nada de bien.
"Por el trastorno de mi hija es complicado, porque ella no puede vivir sin luz, ya que se frustra con la oscuridad. Ella puede llegar a descompensarse y es crítica la situación porque tenemos que estar tratando de calmarla y si llega a mayores, tenemos que salir a urgencias", señaló.
Debido a la tardanza en la reposición de la luz y a la desesperación que acumulaba su hija, esta madre se vio obligada a buscar los medios para conseguirse un generador de energía, ya que la situación estaba siendo insostenible para su pequeña.
Salinas Cárdenas, además, explicó lo complejo que significó el cambio de rutina para sus hijos. "Ellos son muy regulados, cuadrados y en esos días (los sin luz) son lo mismo. Todos los días comen lo mismo y fue triste tratar de cambiarle la rutina diaria y de hacer otras cosas. Ella preguntaba ‘¿mamá, pero por qué, yo no quiero esto?’, todo eso mientras trataba de entretenerla", indicó.
Esta madre cree que las empresas distribuidoras de energía deberían tener un trato especial con las familias que presenten esos casos (así como los hogares con pacientes electrodependientes), ya que es primordial poder contar pronto con la reposición del suministro.
Diario La Tribuna se contactó con dos expertos que trabajan con niños, niñas y adolescentes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), quienes validaron completamente las declaraciones de esta madre. Sus opiniones serán entregadas en una próxima nota de Diario La Tribuna.
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