Desarrollo

Biobío se apresta para lo imposible: reconstruir lo dañado por el fuego, en medio de la crisis climática

Comunas como Nacimiento perdieron en semanas lo mismo que hasta hace poco representaba el saldo total del país, y para todo un año. Expertos coinciden en que las condiciones climáticas explican parte de la crisis, y que llegaron para quedarse. Afortunadamente, la solución podría estar en la provincia de Biobío, es de bajo costo y está basada en la naturaleza.

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No hay mangueras.

Ni para echarle agua a la huerta, ni menos apagar un fuego.

Patricio Zambrano, profesor de la Región del Biobío y miembro del grupo Scout XXXX, lleva casi todo febrero recorriendo las zonas más afectadas por el incendio forestal que asola las comunas de Nacimiento y Santa Juana.

En su camioneta ha llevado alimento, pañales, artículos de higiene personal. Cosas de primera necesidad.

“Desde el primer momento. Cuando supe que estaba complicada la situación, me moví. Junté dinero con familiares, gente conocida, y fuimos con colegas a dejar cosas en distintos lugares”, cuenta.

“Nos coordinamos con personas del lugar, buscando intervenir en cosas puntuales donde las autoridades no estuvieran llegando”, relata.

“Lugares alejados, remotos. Ahí nos preocupamos de conectar con un par de familias y resolver lo más que se pueda”, continúa.

“Lo preferimos así porque entre tres personas no vamos a resolver todo el daño que hay en Nacimiento o Santa Juana. Ni siquiera el de un sector rural pequeño. Si hay que cambiar las cosas para mejor, hay que ser realista: tenemos capacidad para una intervención acotada”, agrega.

El 17 de febrero, cuando Patricio contesta la llamada telefónica de La Tribuna, va rumbo al campo con dos personas. Tiene muy mala señal, dice, porque el fuego ha dañado las antenas en el sector donde se encuentra. Más encima hay viento y se nota el tráfico de vehículos en el auricular.

Antes que se corte, Patricio alcanza a decir dos cosas: “Llevamos mangueras. La gente no tiene y son claves, en este momento, casi como los alimentos. No son solo para combatir el incendio. También para poder llevar agua a la casa o a la huerta. Así de importantes son. Llevamos las de una pulgada. Esperamos poder juntar otra carga más adelante”.

Y lo segundo: “Ojalá que cuando se termine la emergencia y los incendios dejen de estar en medios, la ayuda continúe. Es que el daño ha sido tremendo y recomponer esto, repararlo, va a tomar meses”.

Tarde ese mismo día, Patricio vuelve a contestar el teléfono y habla sobre lo que ha vivido como uno de los cientos de voluntarios que durante la emergencia han acudido en apoyo de brigadistas, bomberos, funcionarios de salud y educación.

Su visión de primera mano da cuenta de un cambio en las necesidades de las zonas afectadas por los 1.426 incendios que Conaf ha anotado en la lista de esta temporada, menos que otros años pero con un alcance inusitado: más de 189 mil hectáreas hechas cenizas. “Se viene un proceso de recuperación complejo, y quienes piensen que será corto, están equivocados”, sostiene el voluntario.

La calma antes de la tormenta

Hace casi un año, el 17 de febrero de 2022, las autoridades anunciaban que la comuna de Los Ángeles dejaba de estar en alerta roja.

Durante algunos días, el incendio de Los Cuartos – Los Cristales alcanzó una extensión de 115 hectáreas y riesgo de alcanzar a viviendas, aunque no quemó ninguna.

Al día siguiente, el 18 de febrero de 2022, el incendio de Los Guindos, en Mulchén, fue extinguido por un equipo combinado de brigadistas y bomberos. Por su cercanía a la Reserva Nacional Malleco, las autoridades habían declarado alerta roja para la comuna, pero el fuego se controló antes que alcanzara el terreno protegido o viviendas, y sólo llegó a quemar 27 hectáreas.

Fueron las últimas alertas de la temporada.

La comparación con la actual resulta bien amarga.

El total de hectáreas incendiadas en 2021 – 2022 fue de 14.168 para la Región del Biobío. El total país llegó a 89.918, según las cifras de Conaf.

Esto es menos de lo que esta temporada ha perdido una sola comuna, Nacimiento, en que los incendios de El Tambillo, con 33.500 há, y Santa Ana, con 64.500 há, suman 98.000 hectáreas arrasadas.

Las cifras se disparan en cualquier comuna que se analice. Yumbel, casi 2.000 hectáreas. Los Ángeles, 5.200 hectáreas. Mulchén, 25 mil hectáreas, ¡Mil veces más que el año pasado!

El total nacional se empina ya por las 480 mil hectáreas y según el director regional de la Conaf, Rodrigo Jara, esto se debe a múltiples factores.

“Hay intencionalidad, claro. Irresponsabilidad, también. Accidentes. Pero esto ocurre en un año en que las temperaturas por sobre los 30 grados se mantuvieron por varios días, con humedad muy baja y con vientos constantes, de 15 a 20 kilómetros por hora, pero con ráfagas de hasta 60”, señala el directivo.

“Lamentablemente no se trata de una excepción, son las condiciones que tendremos que enfrentar en adelante”, añade Jara.

Para René Muñoz, presidente de la Asociación de Contratistas Forestales, Acoforag, “esto que sucede ahora, es lo que se viene para adelante, no es una excepción, es un adelanto de la normalidad del futuro”.

“Todas las modelaciones climáticas apuntan a un escenario de temperaturas más altas y menos lluvia. Eso, sumado al factor humano, es sencillamente horrible”, apunta el líder gremial.

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El misterio de su origen

Rodrigo Jara afirma que el fuego es de origen antropocénico, es decir, por causa humana, en la gran mayoría de los casos. Pero advierte que “es temprano para adelantar las causas. Recién en el caso de los incendios contenidos se puede iniciar una investigación, y esto es algo que Conaf recién está empezando, recién han estado las condiciones para mandar equipos a establecer las causas de los distintos incendios”.

Conaf entrega informes sobre el origen del fuego que son claves para que se investiguen eventuales responsabilidades personales.

Ahora, sobre este último punto, Muñoz es pesimista.

“Nosotros tenemos las cifras. Entre 2019 y 2022 se abrieron en fiscalía 2.338 causas, pero el resultado es paupérrimo. Apenas 50 personas han sido imputadas y cuatro recibieron condena. Cuatro personas, de 2.338 causas. Es ridículo”, sostiene.

Pasos a seguir

Patricio Zambrano toma de nuevo el teléfono y llama a La Tribuna para terminar de contar en qué está.

Ya entregó las mangueras, a una familia que las necesitaba para regar un invernadero. “El invernadero necesita reparaciones si, hay varios que tienen daño por el fuego. Espero que eso sea lo siguiente”, adelanta.

Tiene claro lo que viene. “La ayuda debe continuar. Esto es un daño tremendo, como un terremoto. No se si se alcance a reparar siquiera en medio año y lo que podamos hacer los particulares, es fundamental”.

Vienen meses duros.

Se han perdido 1.500 casas en el país. Han muerto personas. Las pérdidas son enormes.

Por lo pronto, una de las soluciones vendrá de la mano de las mismas plantaciones forestales. Juan José Ugarte, gerente de Corma, comprometió al gremio en el proceso de reconstrucción. “El mundo de la madera va a estar detrás de la emergencia y atender con viviendas de alta calidad para tener viviendas de emergencia y definitivas los vecinos que tanto han sufrido en estos días”, indicó.

La encargada nacional de reconstrucción, Paulina Saball, explica que hay un aspecto normativo pendiente. “Hay que resolver el tema de la relación entre las plantaciones forestales o agrícolas y la localización de las viviendas. Eso va a implicar la localización de las viviendas de una determinada manera, y también el asunto de llegada de las plantaciones, como los corredores de protección".

Pero René Muñoz explica que será complejo. “Entre 2017 y ahora, se han perdido 500 mil hectáreas de plantaciones, de las 2,5 millones que hay. Es un ritmo que no puede continuar. Y pone mucha presión. Además, el tema de los cortafuegos en torno a los poblados, en la zona de interfaz, con el tremendo déficit de vivienda que tenemos, es una invitación a las tomas y partimos todo de nuevo. Creo que da para largo”.

La solución es basada en la naturaleza.

Los especialistas consultados para esta nota coinciden que el cambio climático es el factor que más incide en el aumento de frecuencia y alcance de los incendios.

Una de las posibilidades más llamativas para enfrentar este desafío es una experiencia que se desarrolla en seis comunas de la Región del Biobío, varias de ellas en la provincia, y que tiene por nombre Red de Restauradores para la Adaptación al Cambio Climático, proyecto financiado por el Gobierno Regional y ejecutado por Fundación el Árbol.

Entre las comunas participantes están Mulchén, Santa Bárbara, Nacimiento y Yumbel, en la provincia de Biobío, y Hualqui y Florida, en la de Concepción.

¿Qué propone?

“El cambio climático es un proceso natural, aunque la rapidez con que se desarrolla el proceso actual, que tiene como origen la actividad industrial, es de una escala mucho más rápida. Esto genera crisis”, cuenta Jorge Berreda, coordinador del proyecto.

“¿Qué buscamos? Articular a la comunidad, para que se compartan saberes y prácticas beneficiosas. Al final, se desarrollarán iniciativas que vienen desde la propia comunidad. Son microinversiones, cosas como invernaderos agroecológicos, viveros para propagar plantas, conservación de terrenos para turismo”.

Una de las participantes, Rocío Cruces, dueña de un predio ubicado entre Santa Juana y Nacimiento, es un ejemplo de lo que se propone.

“Nosotros hicimos cortafuegos para prevenir que pasara algo en el campo nuestro. Es super caro: hay que contratar personas, que vengan con maquinaria. Por eso investigamos y probamos algo diferente, que está comenzando a usarse en otros países donde hay incendios como Australia”, dice.

“Trajimos cabras. Demarcamos el cortafuego y ellas se encargaron del resto. De las zarzas, la maleza, todo. Y el resultado fue impactante, a nuestro terreno no le pasó nada. Nuestros vecinos, sufrieron mucho. Esperamos que se pueda replicar”, añade.

“El cambio climático es un proceso natural, aunque la rapidez con que se desarrolla el proceso actual, que tiene como origen la actividad industrial, es de una escala mucho más rápida. Esto genera crisis”.

Jorge Berreda, coordinador del proyecto FNDR Red de Restauradores para la Adaptación al Cambio Climático.

“La ayuda debe continuar. Esto es un daño tremendo, como un terremoto. No se si se alcance a reparar siquiera en medio año y lo que podamos hacer los particulares, es fundamental”.

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Patricio Zambrano, voluntario.

Entre 2019 y 2022 se abrieron en fiscalía 2.338 causas, pero el resultado es paupérrimo. Apenas 50 personas han sido imputadas y cuatro recibieron condena. Cuatro personas, de 2.338 causas. Es ridículo”.

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René Muñoz, presidente ACOFORAG.

“Hay intencionalidad, claro. Irresponsabilidad, también. Accidentes. Pero esto ocurre en un año en que las temperaturas por sobre los 30 grados se mantuvieron por varios días, con humedad muy baja”

Rodrigo Jara, director de Conaf Biobío.

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