El miércoles 29 próximo será crucial para el futuro de la
junta de vigilancia del sistema Laja - que engloba al lago y al río del mismo
nombre -, instancia que hace un par de semanas estuvo ad portas de fracasar debido
a los cambios de opinión en las autoridades públicas del sector respecto de los
puntos negociados entre los actores involucrados.
Dicho fracaso estaría echando por la borda el trabajo realizado
hace más de seis años de los diferentes usuarios con derechos de agua en el
sistema Laja, conformado por compañías generadoras de electricidad, las organizaciones
de regantes y las empresas sanitarias que captan aguas para el consumo humano.
Ese proceso de negociación permitió consensuar un
borrador de estatutos de la junta de vigilancia en marzo de 2018, al cual solo
le faltaban estudios técnicos de caudal para ultimar los detalles finales. De
esta manera, con ese instrumento contemplado en el Código de Aguas se espera
hacer un uso racional del recurso hídrico en un escenario marcado, en una
parte, por la creciente demanda de agua y, por otro lado, por la persistente
disminución de lluvias que ya suma 14 años con precipitaciones muy por debajo
del promedio histórico.
Sin embargo, el arribo de nuevas autoridades al
Ministerio de Obras Públicas en ese año supuso no solo un retraso o
estancamiento en dicho proceso, sino que derechamente un retroceso al cambiar
el punto de vista de las autoridades - particularmente en la Dirección General
de Aguas (DGA) - sobre la forma en que se llegó a dicho acuerdo.
Hasta hace dos semanas, se temía que ese nuevo enfoque de
la DGA representara el volver a fojas cero, es decir, retornar al estado de situación
del 2013 cuando se iniciaron las primeras tratativas formales para formar dicha
junta de vigilancia.
Sin embargo, la reunión de la semana pasada entre
representantes de los usuarios del sistema con el ministro de Obras Públicas,
Alfredo Moreno, abrió la posibilidad que, pese a ese escenario adverso,
finalmente sea posible un acuerdo definitivo.
Un paso en esa misma línea debiera ocurrir en la cita de
este miércoles 29 de enero en Santiago, donde llegarán representantes de los
usuarios con los máximos personeros de la Dirección General de Aguas.
Boris Solar, secretario ejecutivo de la Mesa de Acuerdo
para la Recuperación del Lago Laja, expresó su confianza en que haya luz al
final del túnel debido a la voluntad del secretario de Estado en orden a que,
ahora sí, se conforme la postergada junta de vigilancia. El ministro nos dio
una esperanza ese día, aseguró el personero.
Héctor Sanhueza, gerente técnico de la Asociación de
Canalistas del Laja, una de las mayores organizaciones de regantes de la zona,
también se sumó al entusiasmo de Solar debido a la voluntad manifestada por el
ministro Moreno en querer resolver esta situación de manera definitiva.
El representante de los regantes, sin embargo, hizo ver
que es importante escuchar lo que dirá la DGA y si cambia su visión sobre el
tema, permitiendo una interpretación más flexible de la normativa que rige el
uso de las aguas.
Sobre la posibilidad de crear la junta de vigilancia sin
la participación de la Asociación Canal Zañartu, que está presionando para que
se le reconozca la totalidad de sus derechos de agua y no los que ha extraído
de manera histórica, Sanhueza hizo ver que antes no se había planteado una
opción en ese tenor. Pese a lo anterior, reconoció que para formar la junta de
vigilancia, se necesita la mitad más uno de los usuarios y quienes no quieran
participar, deben sumarse después, así que es perfectamente posible.
CANAL ZAÑARTU
Sanhueza hizo ver que la piedra de tope en la creación de
la junta de vigilancia es la organización Canal Zañartu, la más antigua en la
zona (data de 1860) y la primera que extrae aguas del Laja para regar unas 15
mil hectáreas, principalmente en la zona de Cabrero.
Aunque esta organización se allanó, en principio, a
participar en el acuerdo para estructurar la junta de vigilancia, ahora está
volviendo a su postura original que apunta
a prevalecer sus derechos de agua legales y no los que ha extraído de manera
histórica.
De esta forma, se produciría una merma importante en el
agua disponible en el río Laja, lo que afectaría a todos los demás regantes
cuyos requerimientos no alcanzarían a ser cubiertos. Además, prácticamente
dejaría sin agua a las populares cascadas de los Saltos del Laja cuyo caudal ya
se observa muy mermado en la época estival.