Economía

Gremio gastronómico de Los Ángeles: "el grado de improvisación con nosotros es terrible"

A juicio de dirigente gremial, aunque llevaban varios meses en condiciones de recibir clientes dentro de los locales, la normativa se flexibilizó recién cuando las comunas de la región Metropolitana salieron de su condición de confinamiento.

restaurante cerrado, sin público,
restaurante cerrado, sin público / FUENTE:

Han sido el rubro económico más perjudicado por la pandemia del coronavirus. La emergencia sanitaria obligó a restaurantes y cafeterías a cerrar sus puertas cuando -en marzo- los primeros casos de la enfermedad se empezaron a diseminar por el país, principalmente en la región Metropolitana.

En el caso de Los Ángeles, hubo dueños y administradores de locales que simplemente dijeron adiós al negocio. Otros bajaron la cortina y esperaron a que pasara la tormenta. En su mayoría, se reinventaron y comenzaron a vender comida para llevar o a domicilio (delivery). En Los Ángeles, media docena de locales cerró sus puertas, entre los que lo hicieron desde un principio o lo debieron asumir después. 

Cuando el Ministerio de Salud implementó el programa Paso a Paso, recién pudieron abrir sus puertas a los clientes, pero no dentro de sus locales, sino que las terrazas. No todos contaban con un espacio suficiente para tener mesas y sillas en el exterior de los recintos.

Pero fue una pequeña luz después de varios meses de cierre o de funcionamiento acotado solo a la comida para llevar. Las cocinas de los locales se volvieron a encender, los aromas de las preparaciones volvieron a llenar los espacios, los comensales volvieron a consumir.

Luz de esperanza que brilló con más fuerzas cuando el Ministerio de Salud publicó, a principios de mes, el reglamento que permitía a las comunas en Fase 3 recibir a clientes dentro de sus locales, aunque con una capacidad máxima de atención de hasta un 25% del aforo normal.

En el caso de Los Ángeles, esa luz de esperanza se apagó hasta nuevo aviso el jueves pasado, cuando la propia secretaría de Estado comunicó que la capital provincial entraba a Fase 2 desde el sábado, debido al aumento de contagios. Eso significa, básicamente, dos medidas: cuarentena de fin de semana (sábado y domingo) y cierre de atención de público en restaurantes y cafeterías.

Juan Andrés Aravena es secretario de la Agrupación Gastronómica de Los Ángeles, entidad formaba recién en junio y que ya agrupa a más de 80 establecimientos del rubro en la capital provincial.

La entidad fue la misma que en septiembre pasado quebró más de 160 platos en plena Plaza de Armas de la ciudad. Cada plato roto era la representación de cada día en que no han podido funcionar de manera normal.

Por eso, la flexibilización de las normas para el funcionamiento de los restaurantes y cafeterías era un primer paso para recuperar lo perdido.

Sin embargo, Aravena calificó la reciente determinación ministerial como improvisada y centralista, que le ha causado un nuevo golpe al castigado sector gastronómico.

A su juicio, aunque llevaban varios meses en condiciones de recibir clientes dentro de los locales, la normativa se flexibilizó recién cuando las comunas de la región Metropolitana salieron de su condición de confinamiento.

Cuando el sábado recién pasado se publicó en el Diario Oficial (la normativa de funcionamiento), estábamos muy felices. Cuatro días después nos hacen retroceder y cerrar todos los locales, se lamentó.

Para el dirigente gremial, el grado de improvisación con nosotros es terrible. Nuestro rubro está fuertemente golpeado. La gente había visto una ventanita de esperanza, de trabajar, de abrir sus locales. Habían invertido y algunos estaban funcionando, aseguró.

De acuerdo a su punto de vista, lo ocurrido es una nueva demostración del centralismo en la toma de decisiones, que no consideran las realidades locales. La gente necesita subsistir, dijo Aravena.

El dirigente aseguró que el gremio no está pidiendo ninguna dádiva en especial, sino que la posibilidad de funcionar como lo hacen otras actividades económicas.




matomo