El 2024 finaliza con un crecimiento del 7% en la inversión, una cifra insuficiente dada la baja base de comparación. Además, las proyecciones para el 2025 no son alentadoras: se anticipa una contracción del 3% en el rubro.
La situación ha generado la pérdida de 15 mil empleos directos e indirectos en el sector, con un riesgo latente de que esta cifra aumente a 20 mil en los primeros meses del próximo año.
En el ámbito de la vivienda, los indicadores son dispares. Se espera que la construcción de viviendas de interés social crezca un 12% gracias al Plan de Emergencia Habitacional, que actualmente cuenta con 11.000 viviendas en construcción y 6.000 proyectadas para iniciarse en el corto y mediano plazo.
Sin embargo, la inversión en viviendas privadas se contraería un 6%, debido al alto costo de los créditos hipotecarios y al impacto limitado de las ayudas estatales.
El panorama en infraestructura no es más alentador. Para el 2025, se proyecta una contracción del 9% en la inversión. Mientras los recursos públicos caerán marginalmente un 3%, la inversión privada, especialmente en proyectos energéticos, se reducirá casi un 50% en comparación con los niveles previos a la pandemia.
Coloma destacó los desafíos asociados a la inversión en infraestructura:
Además, criticó la disparidad de criterios y la demora en los pagos por parte del Gobierno Regional, que dificultan el trabajo de las empresas constructoras.
El gremio de la construcción en el Biobío urge a las autoridades a implementar medidas concretas que permitan revertir esta crisis. Mientras tanto, miles de familias y empresas en la región esperan con incertidumbre la reactivación de un sector clave para el desarrollo económico y social.
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