Editorial

Uso de pesticidas

La provincia de Biobío tiene una vocación agrícola por excelencia. Desde que se masificó el riego en la zona – hace poco menos de un siglo -, han sido cientos de miles de hectáreas que han dado vida a la más diversa variedad de productos que la tierra generosamente puede proporcionar.

En buena medida, el desarrollo que vino de la mano de la actividad agrícola, contribuyó al inusitado auge económico de esta parte del territorio nacional. La aridez de los suelos por la falta de riego dio paso a tierras fértiles que producían grano (trigo y maíz) y empastadas para la masa ganadera.

La instalación de fábricas que utilizaron la materia prima que se obtenía en estos suelos fue consecuencia de aquel proceso. La más importante de todas fue, sin lugar a dudas, la planta procesadora de azúcar de la empresa Iansa que marcó un punto de inflexión en términos de producción y actividad agrícola. En años más reciente fue la incorporación de la producción de inulina a partir de la achicoria, con resultados que son los más elevados a nivel mundial en términos de rendimiento.

De la mano de la actividad agrícola vino también el uso de plaguicidas y productos químicos altamente peligroso, cuyo propósito inicial era el control de malezas y de enfermedades que perjudicaban el producto.

La Conferencia de Diversidad Biológica de la ONU, conocida como COP15, fijó, entre sus objetivos principales, la reducción al menos a la mitad el riesgo general de los plaguicidas

En la cita realizada en Montreal (Canadá), el 19 de diciembre de 2022 con un acuerdo histórico para orientar las acciones mundiales en favor de la naturaleza de aquí a 2030. Las delegaciones de 188 gobiernos se reunieron en esa ciudad durante las últimas dos semanas con motivo de esta importante cumbre.

Es muy relevante mantener el liderazgo a nivel mundial para proponer estrategias en el marco global para la biodiversidad que contribuyan a frenar la destrucción de la naturaleza, a través de una hoja de ruta. Sin embargo, todavía se requiere de un alto compromiso y seguimiento de los objetivos trazados, ya que se ha evidenciado que las metas propuestas anteriormente no se han ido cumpliendo y el tiempo de recuperación del medio ambiente, particularmente del suelo y el agua, es lento.

Hay que considerar el impacto negativo que tiene el uso de pesticidas para la salud humana, que son causantes significativos de enfermedades. Por otra parte, el impacto en la naturaleza no es menor y genera alteración en la biodiversidad, atendiendo que su eliminación no es un proceso sencillo. Se requiere de medidas que sean muy rigurosas para que se puedan reversar los efectos causados durante tantos años de uso y considerando que el porcentaje de zonas que actualmente cumplen con este criterio es muy bajo.

Desde esta perspectiva, se debe contar con el compromiso real y determinado de todos los países a nivel global, ya que existen intereses económicos que se pueden ver afectados por estas medidas y, por tanto, despertar resistencia en el compromiso de algunos sectores para lograr estas metas. Es necesario trabajar desde una mirada global que permita fortalecer un desarrollo sostenible que sea amigable con el planeta, lo que es un trabajo y responsabilidad de todos.




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