Editorial

Violencia de fuego y de las armas

La provincia de Biobío se ha visto enfrentada en las últimas semanas a una tragedia, sin precedentes, producto de los incendios forestales.  Comunas como Nacimiento, Yumbel, Mulchén, Quilleco y sectores rurales de Los Ángeles, has vivido bajo la estela del humo y el calor del fuego que, arrasa con miles de hectáreas y, amenaza a las familias del sector rural.

Los responsables aquellos que, sin ningún miramiento, de forma intencional –los accidentales son los menos- prenden fuego y desatan la tragedia que cuenta ya 26 víctimas fatales. 

Es la violencia del fuego, que está desatada, donde hay detenidos e investigaciones, pero que por ahora solo se encuentran con medidas cautelares como firma quincenal o arraigo nacional.  En tanto, las familias ruegan porque el viento pare, el fuego se detenga, y que no haya otros, o los mismos, que lancen la chispa de la tragedia.  ¿Pirómanos o terroristas? O ambos a la vez, esto es lo que hay que detener y condenar, de manera ejemplar.

A esto, se suman la violencia de las armas, que pese a todos los intentos por detenerla, sigue tan latente en la provincia, que este fin de semana mostró nuevamente su peor cara.  

Una niña de tan solo 11 años, resultó herida con un disparo en la cabeza, producto de un tiroteo, al parecer –el tema está en investigación- por un ajuste de cuentas de bandas rivales ligadas a la venta y distribución de drogas.  Situación que no es inédita en nuestra ciudad, y que lamentablemente mantiene en alerta y asustados a los ciudadanos.

Había parado un poco el poder el fuego en Los Ángeles, pero era solo una tregua mientras, luego de algunas detenciones, las bandas se rearmaron y volvieron al ataque.  Resultado, una víctima, menor de edad.

Sin embargo, esta ola de violencia no es solo en la capital provincial, sino que se ha propagado en la provincia.  Este mismo fin de semana, dos personas mueren tras una riña en un recinto deportivo en la comuna de Tucapel.  Ambos jóvenes, menores de edad, tenían impactos de balas en sus cuerpo, y la agresión también surgió –se sigue investigando- por el actuar de dos bandas rivales.

En definitiva, crece la sensación de inseguridad.  En la ciudad, la violencia de las armas, en el sector rural, la violencia del fuego y el terrorismo, todo ello propagándose más rápido, que el poder que tienen nuestros organismos de investigación y Justicia, para poner el freno.  ¿Cuántos menos de edad más deberán morir?  ¿Cuántas familias más deberán sufrir?

La violencia está desatada en todos los ámbitos, y eso es algo que no se puede desconocer.




matomo