Editorial

Zonas aisladas

Zonas aisladas, Fredy Muñoz
Zonas aisladas / FUENTE: Fredy Muñoz

El lamentable accidente aéreo que costó la vida de cuatro personas en la Isla Mocha, además de ser una verdadera tragedia para sus familias, debe llevarnos a reflexionar sobre las precarias condiciones de conectividad con que viven las personas que habitan en las zonas más apartadas.

Este incidente no es el único ni exclusivo de esa posesión insular. El año pasado, en la Isla Santa María (también en la Región del Biobío) murió un menor de 16 años edad que esperaba ser trasladado en un transporte aéreo.

Pero la problemática no se radica solamente en las islas. También sucede, con sus propias especificidades, en los habitantes de las zonas cordilleranas, quienes también tienen serios problemas de comunicación. Principalmente, se trata de la falta de caminos y puentes en buenas condiciones y sufren permanentes situaciones de aislamiento durante la temporada invernal. Aunque los habitantes de esos confines ya están habituados a vivir esa situación, lo cierto es que todo se complica cuando hay situaciones de emergencias de por medio, como alguna urgencia de salud cuya atención inmediata marca la diferencia entre la vida y la muerte.

La situación de aislamiento en la que se encuentran las comunidades que viven en la Isla Mocha o la Isla Santa María, o en la zona de Alto Biobío es un problema complejo que requiere de soluciones a largo plazo y de la colaboración de múltiples actores.

Ciertamente que para la zona cordillera se deben efectuar mejoras en las vías de comunicación. Una de las principales causas del aislamiento es la falta de infraestructura vial. Por tanto, sería necesario invertir en la mejora de los caminos que conectan estas zonas con el resto del país. En el caso de las islas, se podrían explorar otras alternativas de transporte, como la construcción de puentes o la mejora de los sistemas de transporte marítimo y aéreo, que sean oportunos y seguros.

Sin embargo, para que esos habitantes no se sientan a la vera del camino, no basta solo con invertir en mejorar la conectividad.

Otra manera de mejorar la calidad de vida de estas comunidades y reducir su aislamiento es fomentando el desarrollo económico local. Esto podría lograrse a través de la promoción de actividades económicas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, como la agricultura y el turismo.

Para garantizar el bienestar de estas comunidades, es fundamental que cuenten con servicios públicos de calidad, como centros de salud, escuelas y servicios sociales. En este sentido, se debiera invertir en la construcción de nuevas infraestructuras y en la contratación de personal capacitado y comprometido con estas zonas.

Por último, es importante fomentar la participación ciudadana de estas comunidades para que tengan voz y voto en las decisiones que les afectan. Se podrían crear espacios de diálogo y participación para que puedan expresar sus necesidades y preocupaciones, y colaborar en la búsqueda de soluciones.

En resumen, resolver la situación de aislamiento de las comunidades que viven en la Isla Mocha o en la zona cordillerana de Alto Biobío requiere de una estrategia integral que combine la mejora de las vías de comunicación, el fomento del desarrollo económico local, el fortalecimiento de los servicios públicos y la participación ciudadana.




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