Editorial

Aprender a querer nuestra historia

A un año después del terremoto 2010
Capilla Hospital / FUENTE: Fredy Muñoz / Archivo / La Tribuna

Si hay un aspecto en nuestra provincia de Biobío en que estamos muy al debe - quizás demasiado - es en lo referido a conocer y divulgar nuestra propia historia. Y como no conocemos lo que somos, es común escuchar que - por ejemplo - frente al uso de recursos públicos para restaurar un edificio patrimonial (como la capilla del hospital), haya destempladas críticas por considerarlo un gasto innecesario. O cuando se homenajea al cultor de alguna manifestación cultural significativa y apenas llega un reducido número de asistentes.

Hay territorios - en nuestro país y en el extranjero - que han hecho un esfuerzo concienzudo y sostenido para relatar su historia desde las más diversas perspectivas posibles. No consiste solo en una relación cronológica de los hechos, sino de relevar aquellas situaciones y personas - hombres y mujeres - que de alguna u otra manera incidieron en el devenir de esa zona, marcando un punto de inflexión en los sucesos futuros.

En ese marco, la presentación del libro "Biobío Crisol de Culturas, una breve historia regional, además de rescatar la historia y el valor cultural del territorio y sus tres provincias, es la demostración palpable de cómo se cumple de buena manera con documentar lo que hemos sido. Su autor es Armando Cartes Montory, abogador, doctor en historia y docente de la Universidad de Concepción, que lleva cerca de una treintena de publicaciones en el mismo tenor.

Pero no caso no es único. La zona penquista es generosa en investigadores e historiadores con publicaciones que abordan los más diversos aspectos de su identidad, empujado en buena medida por hombres y mujeres con la voluntad de querer conocer más de su territorio, con el respaldo de las casas de estudios superiores, especialmente de la Universidad de Concepción.

Como el mismo Armando Cartes, están historiadores de la talla de Alejandro Mihovilovich, Carlos León o Danny Monsalvez, entre muchos otros, que siguen hurgando en los entresijos del pasado para entender de mejor manera lo ocurrido en la zona penquista.

Nuestra realidad provincial dista mucho de lo que sucede en la provincia vecina. En la última década en Los Ángeles se han publicado algunos libros sobre la capital provincial, gracias a la perseverancia del abogado e historiador Tulio González Abuter. Él mismo ha sido autor de publicaciones sobre Tucapel y Antuco, además de algunas columnas sobre otras comunas. El resto de las comunas, lamentablemente, adolece de investigaciones de esa naturaleza. Ni de su historia, ni sus personajes o personalidades, ni de los hechos relevantes. Salvo algunos intentos muy puntuales, no ha habido un esfuerzo concienzudo y sostenido para que podamos conocernos un poco más, para que podamos saber de dónde venimos, quiénes estuvieron antes que nosotros, cuáles fueron nuestras luces... y también nuestras sombras.

Porque nosotros no surgimos por generación espontánea. Todos llegamos de algún lugar, somos los tributarios y continuadores del camino trazado por hombres y mujeres que tuvieron sus motivaciones, que tuvieron una manera de ser y de comprender la sociedad. Eso nos falta. Porque aunque sea un aforismo muy socorrido, no deja de ser cierto: no solo de pan vive el hombre. También vive gracias a su pasado, a su origen, a su historia que debe conocer y valorar para, además, saber querer.

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