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Atención a las personas mayores

por La Tribuna

las manos, viejo, vejez / Pixabay

El programa de Cuidados Domiciliarios de Senama, en 2022, cubrió al 2,9% de la población que requiere atención en sus casas. Poco más de mil 500 de un total de más de 52 mil.

Sin duda que se trata de una realidad que se debe abordar como Estado y la sociedad civil, para dar una respuesta digna al creciente número de personas mayores que necesitan cuidados en sus últimos años de vida.

Los datos son decidores, más aún cuando los datos demográficos de los últimos años confirman el envejecimiento progresivo de la población. Solo en el caso de Los Ángeles, se prevé que el 20% de sus habitantes están sobre los 60 años (unas 45 mil personas) y que en la década siguiente subirá al 25%.

Este grupo etario de la población es y será - a medida que pase el tiempo - en un propósito cada vez más importante dentro de las prioridades de las políticas públicas.

En ese contexto es que surge el programa Cuidados Domiciliarios del Servicio Nacional del Adulto Mayor. Sin embargo, en 2022 atendió a 1.515 personas mayores, en circunstancias que 52.125 requieren de esa atención. Esto significa que cubre apenas al 2,9% de quienes necesitan cuidados. Y la atención es absolutamente insuficiente, ya que consiste en dos visitas semanales con una duración de tres horas cada una para personas con dependencia moderada o severa. La OCDE recomienda 22 horas semanales en el primer caso y 41 horas semanales en el segundo. Es evidente que las seis horas del Senama son absolutamente insuficientes.

A nivel mundial, las políticas públicas están promoviendo el envejecimiento en casa por sobre las residencias de larga estadía (ELEAM) que no dan abasto. Pese a que estos recintos son carísimos, las listas de espera son eternas. En Chile, se manera formal existen de 878 centros de esas características, de los cuales casi la mitad está en la capital (429). En promedio, cada recinto tiene 27 camas, por lo que a nivel nacional habría 23.706 cupos, las que ni siquiera cubren la décima parte de las personas en Chile con alguna necesidad o dependencia.

Chile envejece y el envejecimiento suele ser sinónimo de pobreza para las personas mayores y a sus familias, más si ya eran pobres y vulnerables. En consecuencia, un acelerado proceso de envejecimiento de la población, que se asocia a un incremento de los niveles de dependencia, representa un enorme desafío para el país.

Ante la inminencia de un colapso social evidente, es urgente elaborar una política de una estrategia para contar con un plan de trabajo, debidamente financiado, que se haga cargo de una realidad cada vez más acuciante.

En definitiva, se requiere contar con un sistema nacional de apoyo y cuidado de larga duración, universal, integral y continuo, priorizando la atención domiciliaria por parte de trabajadores remunerados con formación y certificación. Y todo esto con carácter de suma urgencia.

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