La pollona angelina

Este miércoles se llevó a cabo la ceremonia que declaró a la pollona como el plato típico de la comuna de Los Ángeles, hito que releva la importancia de la cultura gastronómica como componente del patrimonio y la identidad local.

Ha sido un tema recurrente de conversación en los últimos años el abordar la identidad comunal, principalmente desde el consenso que, a nivel local, no se cuenta con elementos materiales y/o inmateriales que sean característicos y reconocibles por quienes habitamos esta parte del territorio nacional.

En ese marco, es importante que se revalorice un aspecto identitario relacionado con la gastronomía local: la pollona angelina. El tema se viene planteando hacer cerca de 20 años cuando el municipio propuso relevar esta preparación. Aunque hubo algunos esfuerzos, al poco tiempo se diluyó el interés de manera absoluta.

Sin embargo, el año pasado, empujado por la corporación edilicia con el apoyo de Inacap y los gremios del comercio, se realizó un conversatorio que detalló los orígenes de la preparación y el camino recorrido hasta nuestros días.

En la jornada de este miércoles, además de declararse a la pollona como plato típico, se anunció que se postulará la preparación al "Menú de Chile" que rescata las distintas preparaciones culinarias a nivel nacional.

Sin duda que se trata de un esfuerzo interesante y valioso para reposicionar este plato característico de la gastronomía de la zona, como un elemento constitutivo de la identidad de Los Ángeles. De hecho, que sus orígenes estén en las manos de Rina Romero, una mujer campesina residente en la zona de Rarinco Natre que comenzó a elaborarla en la década del ‘50, vuelve a confirmar la influencia de la ruralidad en el devenir de la capital provincial.

Lo importante es que este esfuerzo sea capaz de prevalecer dentro de la institucionalidad como una política pública municipal, de manera que sea parte de los eventos del año. La idea es que trascienda más allá de las autoridades políticas de turno para que se releve en toda su dimensión, no solo desde lo gastronómico, sino que también desde la perspectiva identitaria.

En una zona que no suele realizar el ejercicio de la memoria de forma consistente en el tiempo, en que parece más fácil olvidar, es importante que se hagan este tipo de esfuerzos por sostener un elemento tan cotidiano como una preparación que permite identificar a quienes viven en estos suelos.