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Memoria audiovisual

por La Tribuna

Calle Colón, frente al Club de la Unión, 1947 / Captura de pantalla

Los Ángeles y la provincia de Biobío poseen una historia rica en acontecimientos y personajes que han dejado huella en el tiempo. Sin embargo, más allá de los registros escritos y orales, existe un patrimonio invaluable que merece y debe ser recuperado, resguardado y difundido: los registros audiovisuales. Estos documentos, que van desde películas y documentales hasta grabaciones familiares, nos permiten conectar con una época que trasciende las palabras, mostrando imágenes vivas de cómo era la vida en años pasados.

La reciente divulgación de una filmación de 1947, recuperada y digitalizada por el periodista Enrique Veloso, es un testimonio extraordinario de la ciudad de Los Ángeles en pleno siglo XX. La cinta, de tres minutos y medio, captura no solo el enlace matrimonial entre Rafael Diez y Lucía Muñoz Brito, sino también un retrato único de la calle Colón, las viviendas y la vida cotidiana de la época. Esta grabación es, hasta ahora, el registro audiovisual más antiguo de Los Ángeles conocido, y su valor no radica únicamente en su antigüedad, sino en lo que representa para la identidad de la comunidad. 

La importancia de este descubrimiento pone de manifiesto una necesidad urgente: localizar, recopilar y proteger otros registros audiovisuales que podrían estar en manos de familias, en archivos olvidados o, lamentablemente, en riesgo de perderse para siempre. Ejemplos como los filmes realizados por Miguel Ángel Ruiz Valderrama, a principios de la década de 1940, incluyendo "Kako forma pandilla" y "Un compañero", refuerzan esta urgencia. Aunque su destino es incierto, estas producciones reflejan un esfuerzo temprano por capturar la vida en movimiento, destacando incluso la participación de niños como protagonistas. 

Preservar y difundir estos registros no es solo una tarea de conservación histórica; es un acto de fortalecimiento cultural y educativo. Cada fragmento fílmico permite a las nuevas generaciones entender de manera tangible cómo era la vida de sus abuelos y bisabuelos, cómo se transformaron las calles y edificios, y cómo las personas se relacionaban con su entorno. Además, estos documentos son herramientas valiosas para investigadores, historiadores y creadores culturales, quienes pueden encontrar en ellos inspiración y contextos desconocidos. 

En un mundo donde la digitalización es clave, la recuperación de registros como este debe ir acompañada de iniciativas públicas y privadas que faciliten la búsqueda y conservación de materiales audiovisuales. Archivos municipales, centros culturales y organizaciones comunitarias pueden desempeñar un rol crucial en esta labor, incentivando a los ciudadanos a compartir y resguardar sus propios registros. 

La filmación del matrimonio de 1947 es una ventana al pasado, pero también un recordatorio del inmenso potencial que yace en la memoria fílmica de Los Ángeles y Biobío. Rescatar y cuidar estos tesoros no es solo una tarea para el presente, sino un legado para el futuro. La historia no debe quedarse en blanco y negro; debe cobrar vida, movimiento y color, como testimonio vibrante de quienes fuimos y quienes somos. 

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