Editorial

Comprensión lectora

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leyendo, libro / FUENTE: Pixabay

Los resultados bien pueden calificarse como críticos. El último lugar del país en comprensión lectora en el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS) 2021 es la evidencia más palpable de una situación que se venía detectado de hacer tiempo. Este resultado no solo es un indicador de las falencias del sistema educativo, sino también un reflejo de las desigualdades sociales y las consecuencias de la pandemia. Los estudiantes chilenos, especialmente de sectores más vulnerables, han sufrido una significativa pérdida de aprendizajes que exige una respuesta urgente y estratégica.

Entre los factores que contribuyen a este escenario, destaca el impacto de la pandemia, que limitó el acceso a la educación presencial y exacerbó las brechas de aprendizaje. Según estudios recientes, más del 50% de los niños en segundo básico no han desarrollado habilidades lectoras fundamentales, lo que compromete su desarrollo educativo a largo plazo. Este problema es particularmente grave en establecimientos municipales y rurales.

Para revertir esta situación, es esencial implementar estrategias integrales. Primero, se requiere un compromiso estatal con una mayor inversión en educación, enfocada en la nivelación de aprendizajes básicos como la lectura. Iniciativas como el programa "Viaje por las Letras" de la Fundación Crecer por Todos, que logró que el 80% de los niños alcanzaran habilidades lectoras en seis meses, son ejemplos a seguir.

Además, se necesita fortalecer el acompañamiento pedagógico en las escuelas. Los docentes, quienes han identificado rezagos de aprendizaje en más del 90% de sus estudiantes, requieren herramientas y apoyo para enfrentar estos desafíos. La incorporación de tecnologías como aplicaciones educativas puede ser un aliado clave, siempre que se garantice su accesibilidad para todos los estudiantes.

Otro aspecto es abordar las dimensiones socioemocionales del aprendizaje. La desmotivación y problemas como la depresión, exacerbados durante la pandemia, afectan directamente la capacidad de los estudiantes para comprometerse con su educación. Políticas que prioricen el bienestar emocional de las comunidades escolares son fundamentales para crear un entorno que facilite el aprendizaje y el desarrollo personal.

Finalmente, se debe fomentar una cultura de la lectura que trascienda el ámbito escolar. Esto incluye promover el hábito lector desde el hogar, involucrando a las familias en el proceso educativo.

Chile no puede acostumbrarse a estos resultados. Es imperativo reconocer la gravedad del problema y actuar con urgencia. Solo con un esfuerzo colectivo que involucre al Estado, las comunidades educativas y la sociedad civil, será posible construir un sistema educativo que garantice a todos los niños y niñas el derecho a una educación de calidad. La lectura es mucho más que una habilidad técnica: es la puerta de entrada al conocimiento y a una ciudadanía plena. Ignorar esta crisis sería hipotecar el futuro del país.

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