Hace más de dos siglos, un grupo de expedicionarios liderado por Luis de la Cruz, entonces alcalde de Concepción, realizó una travesía desde la capital penquista hasta Buenos Aires a través del paso Pichachén, conocido entonces como Boquete Antuco. Fueron cerca mil 800 kilómetros recorridos a lomo de caballo.
El viaje no solo una odisea por la distancia recorrida, sino que sirvió para marcar uno de los primeros hitos en la historia de la integración entre la región del Biobío con la vecina provincia de Neuquén.
No es que esa zona no se recorriera. Durante siglos, el paso Pichachén fue usado por los pueblos originarios para el tránsito a uno y otro lado de la Cordillera de Los Andes.
Sin embargo, tal como lo explica el historiador Armando Cartes Montory, doctor en Historia y director del Archivo Histórico de Concepción, la travesía de De la Cruz fue un primer esfuerzo por consolidar la integración entre Chile y Argentina.
Cartes explica que hacia fines del período colonial, la provincia de Concepción tenía ambiciones de autonomía y buscaba consolidarse como un polo comercial estratégico. Con la amenaza de las potencias marítimas europeas como Inglaterra y Holanda cerrando las rutas por el Pacífico, la necesidad de abrir un paso terrestre hacia el Atlántico se hizo evidente. Fue en ese marco que Luis de la Cruz, en su rol de alcalde de Concepción, decidió darle vida a una expedición para evaluar la viabilidad del camino y negociar su uso con las comunidades indígenas de la región.
"Acompañado de figuras que luego serían clave en la historia de Chile, como Joaquín Prieto - futuro Presidente de la República -, De la Cruz partió desde el fuerte Ballenar, en Antuco, atravesando la cordillera y estableciendo acuerdos con los pehuenches para garantizar el tránsito", señala Cartes.
"La misión fue un éxito: se trazó la ruta, se elaboró un informe detallado y se generaron los primeros pasos hacia un corredor interoceánico. En Buenos Aires, el cabildo recibió con interés las propuestas del alcalde penquista. Sin embargo, el contexto político de la época, marcado por la invasión británica al Río de la Plata y el inicio de los movimientos independentistas, relegó la iniciativa al olvido".
El historiador destaca que la travesía de Luis de la Cruz tuvo una gran repercusión en Argentina, donde su exploración contribuyó al reconocimiento de la Pampa y la Patagonia como territorios que después serían parte de su proceso de expansión comercial y territorial. "En Chile, en cambio, su hazaña ha permanecido en un segundo plano, pese a su relevancia histórica y geopolítica", lamenta Cartes.
"Su visión de un paso que consolidara el comercio entre ambas naciones sigue siendo una aspiración latente en la actualidad".
Cartes también explica que el paso Pichachén ha estado en la mira, en diversas ocasiones, para que se consolide como una vía de comunicación terrestre entre Chile y Argentina, pero distintos factores han dificultado su consolidación como un corredor binacional permanente. "A lo largo del tiempo, se han impulsado proyectos como la construcción del tren transandino, que alcanzó a llegar hasta Polcura, o la aprobación de leyes que facilitarían la conexión ferroviaria con Argentina. No obstante, la falta de continuidad y decisiones estratégicas de ambas naciones han dejado estas iniciativas inconclusas", señala.
Dificultades políticas y estratégicas también han jugado un papel en la postergación del corredor, sostiene Cartes. "Durante el siglo XX, las tensiones entre Chile y Argentina por la Patagonia y la delimitación fronteriza impidieron avanzar en la integración. Además, la baja densidad poblacional en el sur de Argentina y la concentración del comercio en los grandes puertos del centro de Chile han restado urgencia a la concreción de un paso terrestre eficiente en la zona".
A pesar de estos obstáculos, el historiador insiste en la idea de consolidar el paso Pichachén como un eje de integración sigue siendo relevante. "El desarrollo de un corredor interoceánico permitiría dinamizar la economía de las regiones del sur de Chile y Argentina, facilitando el comercio, el turismo y la cooperación en diversas áreas. Además, contribuiría a descongestionar los principales puertos chilenos y fortalecería la infraestructura logística del Biobío", detalla Cartes.
Sin embargo, su implementación requiere superar desafíos ambientales y de infraestructura. "La ruta atraviesa un parque nacional, lo que implica la necesidad de medidas para proteger el ecosistema, incluyendo la preservación de especies endémicas como el matuasto. Además, se deben fortalecer los servicios aduaneros y mejorar la conectividad ferroviaria para hacer viable un modelo de transporte multimodal que potencie la eficiencia del corredor", advierte.
Cartes también destaca que Luis de la Cruz, además de ser un explorador y estratega, tuvo un papel fundamental en la independencia de Chile. "Como delegado del gobierno, promovió la autonomía en Santiago y participó activamente en la campaña del sur en 1817. Su legado, sin embargo, sigue siendo subvalorado en su país de origen, mientras que en Argentina su travesía es ampliamente reconocida", puntualiza.
Finalmente, el historiador recalca que el desarrollo del paso Pichachén no solo fortalecería la economía y la integración comercial, sino que también fomentaría la confianza y la inversión entre ambas naciones. "En un mundo globalizado, la conectividad entre regiones fronterizas es clave para aprovechar las oportunidades económicas y culturales que ofrece la integración binacional. La ciudadanía tiene un rol fundamental en manifestar su interés y empujar a las autoridades a concretar este proyecto que, después de más de 200 años, sigue siendo una deuda pendiente", concluye Cartes.
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