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Las sequías surgen principalmente cuándo en un territorio no llueve, lo cual es conocido como sequía meteorológica, generando escasez de los recursos hídricos. Las causas de la falta de lluvia pueden ser de origen natural o antropogénico. El primer grupo tiene que ver con aspectos como la circulación atmosférica, la interacción entre atmósfera-océanos o la variación solar. En el segundo grupo tenemos todo lo relacionado con el papel de la actividad humana en el calentamiento global (tala de bosques, quema de combustibles fósiles para la generación de energía, la producción de alimentos o el transporte, etc.).

Según datos de la FAO, (Food and Agriculture ONU), más de un 34 % de las pérdidas de cultivos en los países menos desarrollados son atribuibles a las sequías. Dichas pérdidas se valoran en 37 000 millones de dólares. Estos impactos podrían causar el desplazamiento de hasta 700 millones de personas de aquí a 2030, según estimaciones de las Naciones Unidas.

A su vez, el Observatorio Global de Sequías, indica un alarmante descenso de los valores promedios de precipitación de entre el 30% y el 90% en Chile, el sur de Argentina, el este de Brasil y las costas de Venezuela, Ecuador y Perú. Sin embargo, el caso de la zona central de Chile es particularmente crítico, pues ha estado expuesta a una mega sequía que se extiende ya por 14 años. Esta duración la convierte en la sequía más prolongada de la región en al menos 1000 años, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentado a mediados de 2022. La crisis es de tal magnitud que en enero del presente año la Región de Magallanes fue declarada, por primera vez en la historia, como zona en estado de emergencia agrícola.

Para el Dr. Daniel Jato Espino, investigador senior en la Universidad Internacional de Valencia (VIU), una de las principales acciones que deben tomar los gobiernos es iniciar una fuerte cultura del ahorro de agua, en dónde la sociedad y los sectores productivos deben adaptarse y entender que su relación con el agua debe cambiar, de forma que se logre un uso realmente sostenible de los recursos hídricos, esto especialmente en sectores agrícolas e industriales debido a su alto consumo. "Otra medida de alta prioridad debería ser la prevención y la preparación. Invertir en sistemas de alerta temprana es esencial para hacer frente a las sequías. De lo contrario, la interacción de estos fenómenos naturales con la sociedad se eleva a nivel de desastre ocasionando fuertes impactos. En este sentido, debe seguir trabajándose en el refinamiento de los indicadores utilizados para predecir sequías con antelación y poder tomar medidas en consecuencia".

Estas acciones se vuelven prioridad no sólo en países como Chile, que ya tienen la problemática por solucionar, también se vuelve indispensable para los demás países en Latinoamérica tomar medidas oportunas para evitar sufrir de crisis hídricas más adelante que pueden generar grandes desafíos para los países y la población en general.

Acciones antes de período crítico de sequía:

●    Reutilización de aguas, ya sean pluviales o grises: dependiendo de su nivel de pureza, el agua así capturada puede utilizarse para riegos, limpieza o recarga de cisternas.

●    Gestión de las aguas subterráneas: el fomento de la recarga de acuíferos en las estaciones húmedas puede ayudar a crear cierta reserva para hacer frente a los períodos secos.

●    Desalinización de aguas marinas, que puede ser una solución ante la indisponibilidad de agua dulce.

●    Tecnologías basadas en la extracción del agua a partir de la atmósfera: es el caso de los condensadores de niebla, que permiten capturar las gotas de agua que se encuentran en la niebla. Aunque su eficiencia es aún limitada, es una solución con cierto potencial, especialmente si se explora su combinación con paneles solares para extraer agua de aire seco mediante la captación de energía solar.