Ola de calor de 20 días es la más extensa en la historia de Los Ángeles

Ya son 20 días. Para ser más precisos, desde el 19 de enero hasta el 7 de febrero. En todos esos días, los registros de temperaturas máximas se mantuvieron de manera ininterrumpida sobre los 30 grados, con el peak del 22 de enero cuando se consignaron 39,1 grados. Este miércoles parecía bajar de ese rango pero el termómetro llegó a los 30,1 grados.

Hay que tener presente que ese dato de la temperatura considera su medición a la sombra. Estar expuesto directamente al sol incrementa ese valor en cuatro o cinco grados más.

En la revisión de los datos de la estación María Dolores de la Dirección Meteorológica de Chile, que tiene registros diarios desde mediados de los 90 hasta la fecha, se confirmó que la ola de calor es la más prolongada en ese periodo.

Solo lo ocurrido en enero y febrero de 2017 se puede asemejar al fenómeno ocurrido en este verano 2024. En aquella ocasión, hubo 16 días seguidos con temperaturas máximas sobre los 30 grados.   

OLA DE CALOR

Publicaciones como "Impacto del cambio climático en la agricultura de Chile: una revisión de la literatura" y "Efectos de las olas de calor en la calidad del aire y la salud humana en áreas urbanas de Chile", publicados en las revistas Climatic Change y Atmospheric Environment, respectivamente, dan cuenta de los efectos de la ola de calor. También a publicación "Impacto de las olas de calor en la biodiversidad y los ecosistemas acuáticos de Chile" de la revista Global Change Biology.

Además de advertir su impacto en la salud humana por los golpes de calor, deshidratación y agotamiento por la temperatura extrema, se pone hincapié en las consecuencias en la agricultura.

Las altas temperaturas y la sequía asociadas con las olas de calor pueden afectar negativamente los cultivos y la producción agrícola, reduciendo el rendimiento de los cultivos, afectando la calidad de los alimentos, aumentando la demanda de agua para el riego e incrementando la incidencia de plagas y enfermedades.

Además, las olas de calor prolongadas generan un incremento de la demanda de agua para uso doméstico, agrícola e industrial, lo que presiona los suministros de agua dulce, derivando en escasez, especialmente en áreas que ya enfrentan estrés hídrico debido a la sequía y la gestión inadecuada de los recursos hídricos.

Además, hay efectos negativos en la biodiversidad, especialmente en ecosistemas sensibles como bosques, humedales y hábitats acuáticos, perjudicando la distribución y la abundancia de especies, cambiando los ciclos de reproducción y migración, y aumentando la mortalidad de especies sensibles al calor.