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Las lecciones pendientes que deja el terremoto de 2010, según superintendente de Bomberos de Los Ángeles

por Claudia Robles Maragaño

En entrevista con diario La Tribuna, Raúl Márquez realizó un balance en materia de prevención y capacidad de reacción, al tiempo que subrayó "es más económico invertir en mitigar que en controlar la emergencia y luego en reconstruir".

A 15 años del terremoto / Diario La Tribuna

El superintendente del Cuerpo de Bomberos de Los Ángeles, Raúl Márquez Marnich realizó un balance de los aprendizajes dejados por el terremoto del 27 de febrero de 2010, y de los desafíos que quedan por resolver.

En entrevista con diario La Tribuna, la autoridad bomberil afirmó que aunque se han realizado esfuerzos para mejorar la preparación y respuesta ante desastres, la realidad es que la mayoría de las personas no están ni se sienten mejor preparadas para enfrentar situaciones de emergencia.

"La gente no ha cambiado su percepción ni posee nuevos conocimientos, respecto de los que poseía en 2010, para enfrentar una situación como la vivida el 27F", aseveró Raúl Márquez, superintendente de Bomberos.

-¿Estamos mejor preparados para enfrentar emergencias similares considerando lo ocurrido el 27/F?

-Mejor preparados, como país, no lo creo; sí con más experiencia. Con el transcurso del tiempo se van postergando las intenciones manifestadas inmediatamente de ocurrido el desastre; se entiende que en una primera instancia las energías se centran en la respuesta y control de los efectos inmediatos; luego, las intenciones se postergan porque comienzan a aparecer otras prioridades por sobre la preparación.

Es verdad que el 7 de agosto del año 2021 se publicó la ley 21.364, que estableció el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, que vino a sustituir la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred); sin embargo, a mi juicio, en la práctica ha sido más bien un cambio de maquillaje; pero muy poco de sustancia. Que también nos sirve como ejemplo para lo dicho anteriormente; esta ley demoró diez años en tramitarse, el proyecto se presentó al Congreso el año 2011. Las personas, si hacemos un estudio, le puedo asegurar, que, en términos generales, no están ni se sienten mejor preparadas ni ha cambiado su percepción ni posee nuevos conocimientos, respecto de los que poseía el 2010, para enfrentar una situación como la vivida el 27F.

-En temas de infraestructura y cuarteles, ¿existen aún asuntos pendientes por resolver para Bomberos?

-Siempre existen temas de mejora, sobre todo para una institución que está en permanente desarrollo y mejora continua. Para establecer esos temas pendientes hay que, al menos, categorizar dos tipos: El primero, situaciones producto de los efectos directos e inmediatos del terremoto del 2010 y, el segundo, son los desafíos de desarrollo generados por la experiencia vivida.

En cuanto a los primeros, tenemos pendientes las reparaciones a algunos de nuestros cuarteles, que, si bien se intervinieron, esos trabajos fueron medidas de parche para mantener la operatividad; frente a estos problemas como institución estamos trabajando para postular a recursos que nos permitan realizar obras de mejora y conservación.

En cuanto a lo segundo, tenemos pendiente el seguir mejorando y fortaleciendo nuestros sistemas de comunicaciones; asegurar y otorgar a todos y cada uno de los cuarteles de la totalidad de las Compañías del Cuerpo de Bomberos, la autonomía que permita mantener la operación en situaciones como la vivida el 27F. Asimismo como el generar las instancias para dar una mejor cobertura a la superficie comunal, acorde con el crecimiento y desarrollo de la comuna.

Redoblar la capacitación y entrenamiento de nuestro personal; para lograr respuestas más técnicas, eficaces y eficientes ante la ocurrencia de emergencias, basadas en decisiones adoptadas con una visión de gestión que tienda a evitar la ocurrencia de desastres.

-¿Qué se debe cambiar para considerar aprendida la lección?

-Desde mi perspectiva, los desastres son una ocasión para efectuar mejoras que vayan más allá del simple maquillaje; deben ser orientadas a la estructura, al fondo. Sobre todo, convencernos que las catástrofes o desastres pueden llegar a niveles de cero ocurrencias; porque lo que posibilita que exista un desastre o catástrofe es que no haya acciones de preparación y prevención dirigidas a eliminar los riegos (lo que es prácticamente imposible) o a mitigar los efectos que se producen por la ocurrencia de una emergencia, teniendo en cuenta que los riesgos no se pueden eliminar y que, por tanto, las emergencias seguirán produciéndose.

Debemos cambiar nuestra mentalidad, más que estar preocupados de cómo o qué vamos a hacer cuando ocurra una nueva catástrofe. Debemos de preocuparnos cómo evitamos que ocurra ese desastre, de las medidas de mitigación que debemos adoptar para que, si se produce una emergencia, esta no se nos transforme en desastre.

En Chile tenemos ejemplo de lo anterior; sin embargo, no está presente en el consciente. Ese ejemplo lo encontramos en las normas constructivas, la que, en nuestro país, tienen altos estándares en materia antisísmica; por ello un terremoto que en otros países son una catástrofe o desastre; en Chile es prácticamente una anécdota más.

-¿Qué queda por hacer?

-Hay mucho por modificar, en lo cultural, en lo social, en la legislación, en la educación, todo ello debiera ser hecho con un fuerte énfasis en la preparación y prevención, más que en la respuesta y, la consecuente tarea de reacondicionamiento. Debemos hacer realidad el refrán "más vale prevenir que curar"; porque es más económico invertir en mitigar que en controlar la emergencia y luego en reconstruir.

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