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Juan Díaz: El hombre que hizo del periodismo una forma de vida

por Juvenal Rivera Sanhueza

Quien llegara a ser un destacado periodista deportivo en el diario La Tribuna durante varias décadas, desarrolló varias actividades y oficios hasta desembocar en lo que fue una verdadera pasión por el arte de informar.

Juan Díaz Hernández, periodista deportivo del diario La Tribuna / Cedida

Don Juan Díaz Hernández fue un verdadero personaje en el ámbito de las comunicaciones en la provincia de Biobío. Se hizo de un nombre muy bien ganado, principalmente como periodista deportivo en las décadas del 70, 80 y 90, principalmente en el diario La Tribuna.

Fue contemporáneo a otros ilustres comunicadores de ese tiempo en la zona, como Rolando Daza Álvarez, Marco Antonio Maldonado o Julián Durán Trujillo.

Juan Díaz, fallecido el 16 de octubre de 2011, fue parte de una generación de periodistas y comunicadores que se fogueó con el reporteo en la calle, yendo a todos los lugares, haciendo todas las preguntas, con plena conciencia de su responsabilidad social por ejercer la labor de informar.

En particular sucedía que Juan Díaz era de trato afable y mesurado, siempre con historias de vasta experiencia que compartía con las nuevas generaciones de periodistas que iba conociendo en el camino. Se caracterizaba por estar siempre correctamente bien vestido, de chaqueta, corbata, pantalón de tela y zapatos ad-hoc. Sólo dejaba la corbata en su casa los domingos cuando debía concurrir al estadio a presenciar los partidos de Deportes Iberia.

Su foco estuvo preferentemente en cubrir las noticias del ámbito deportivo, informando desde el más modesto evento de barrio hasta el gran torneo de carácter nacional, aunque con especial acento en el fútbol.

Sin embargo, también incursionó en el reporteo puro y duro, como lo era el área policial. Es conocida su entrevista a Yolanda Campos Beroíza, alias "La Yoli", la mujer condenada por un triple homicidio ocurrido en 1978 en pleno centro de la ciudad de Los Ángeles. Una foto en su escritorio mostraba ese momento.

BIOGRAFÍA

Juan Goberto Díaz Hernández nació el 11 de julio de 1935 en la austral ciudad de Puerto Aysén, cursando sus estudios primarios y secundarios en Ancud, en la Isla Grande de Chiloé.

Siempre fue un amante del deporte. Eso, unido a un alma andariega y ‘buscavidas", lo hizo recorrer distintos lugares del país y realizando distintos oficios y actividades.

Su paso por el servicio militar, lo llevó a ser boxeador en su juventud. Después, siguiendo los pasos de su padre, Blas Díaz Ojeda, fue funcionario de Carabineros. Sin embargo, su propio progenitor lo hizo desistir de continuar en la institución. Sus afanes iban por otro lado.

Fue así que en los años '50, con poco más de 20 años a cuestas, se traslada a la ciudad de Los Ángeles en busca de nuevas oportunidades de trabajo, de la mano de su primo Salomón Díaz, quien se había hecho de un nombre como futbolista y entrenador.

Juan Díaz ejerció un oficio que ahora no existe. Fue ministro de fe para matrimonios que se realizaban en los sectores apartados de la alta cordillera.

Sin embargo, en algún momento de su vida, se inició como reportero, llegando por primera vez al diario La Tribuna, profesión que - por cierto - le daría grandes alegrías y satisfacciones.

A mediados de los años '60, se radicó en la ciudad de Concepción, formando parte del equipo periodístico de los diarios "La Patria", "Color" y "El Sur".

Pero a finales de los años 70, decidió retornar a Los Ángeles para integrarse al equipo de prensa del diario "La Tribuna", donde llegó a ser jefe de prensa en varias ocasiones. Además, fue colaborador en las radios "Agricultura", "Angelina" y "Chilena", y corresponsal para los diarios "El Sur" y "El Mercurio", principalmente para informar sobre las actividades deportivas.

Se casó con Norma Muñoz Cabezas el 13 de enero de 1973. Fue padre de tres hijos: Sonia, Nelson y Pamela.

"A mi papá querido lo recuerdo con un infinito amor y cariño por la persona que fue, un profesional muy serio en lo que hacía y apasionado por el deporte, que lo llevó a dedicar su vida a ello, reporteando cada evento deportivo en Los Ángeles y alrededores", cuenta Pamela, hija menor de Juan Díaz.

Destaca que "como padre, siempre nos entregó valores, principios, disciplina y por sobre todo mucho amor de padre que en conjunto con sus enseñanzas, era la mezcla perfecta".

Dentro de las anécdotas, recuerda un llavero de su padre que tenía un sonido muy característico: "Llegaba a la hora de almuerzo, reconocíamos ese sonido y sabíamos que venía a media cuadra. Con mis hermanos decíamos todos al mismo tiempo ‘ahí viene mi papi’".

También rememora una habilidad muy particular: "Podía ver un partido de futbol por televisión, escuchar otro por radio y a la vez leer el diario, saber el marcador, tarjetas amarillas y rojas, nómina de jugadores, etc, todo esto en simultáneo".

También cuando una tarde estaban viendo un programa de concursos en la televisión y a uno de los participantes le piden decir, sin repetir ni equivocarse, la nómina de jugadores de la selección chilena de 1962: "Él la responde sin equivocaciones".

"Mi papá era un hombre infinitamente noble y bondadoso", agrega Nelson, el hijo mayor de Juan Díaz. Entre los recuerdos con su padre, está lo que era su rutina habitual: acompañarlo al estadio. "Para m-í era imperdible acompañarlo al estadio los Domingos a ver el equipo de sus amores, Iberia de Biobío. Era su partner".

También lo acompañaba a los desfiles del 21 de mayo o del 18 de septiembre "porque siempre después llegaba un rico heladito o una bebida. Siempre nos encontrábamos con sus amigos y colegas: Julián Durán o Sergio Mena, de los que se me vienen a la mente".

Su hija mayor, Sonia, comparte con sus hermanos que su padre "era amigo de sus amigos, un caballero con gran sabiduría. Un papá preocupado de su familia y de sus hijos, cariñoso y un muy buen consejero".

Recuerda también que por su profesión y su dedicación al deporte, "nuestra casa se convertía en un gran estadio cada vez que se televisaba un duelo futbolístico. Sorprendía su gran habilidad y capacidad de la escucha simultánea y comprensiva".

"Son muchos los recuerdos que atesoro de mi padre, como cuando me iba a buscar al colegio todos los días, me enseñó desde pequeña a escribir a máquina, a andar en bicicleta, a enfrentar cada obstáculo y desafío de la vida, y a perseguir los sueños".

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