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Karina Lagos Burgos: "Flor de Trébol lleva ese nombre porque esa fue una de las últimas florcitas que él me regaló"

Tras la pérdida de su hijo, esta emprendedora encontró en la joyería conmemorativa una forma de sanar y honrar su memoria. Así nació un taller en Negrete donde cada pieza creada guarda una historia, un amor y un pedacito de eternidad.

“Flor de Trébol”, Karina Lagos
“Flor de Trébol” / FUENTE: Karina Lagos

En el corazón de la comuna de Negrete, donde las historias se entretejen con la tierra, y la identidad cobra fuerza a través de los oficios, una vecina ha sabido unir el arte, el recuerdo y el amor en una sola creación, joyas que conservan un profundo sentir, y memorias preciadas.

Karina Lagos Burgos, madre, educadora, técnica en repostería y emprendedora incansable, es el rostro y el alma detrás de Flor de Trébol, un taller que nació desde a raíz de su historia personal, con la misión de eternizar momentos, vínculos y emociones a través de la joyería conmemorativa.

"Yo hago joyas con recuerdos, los eternizo. Trabajo con leche materna, cordones umbilicales, cenizas de mascotas, telas, cabellos... con todo lo que uno quiera convertir en una joya", señaló Karina a diario La Tribuna, quien desde hace cinco años ha dedicado su tiempo libre, y su corazón a este oficio tan singular, como valioso.

UN TALLER QUE NACIÓ DEL AMOR... Y DEL DOLOR

La historia de Flor de Trébol nace desde la perdida. Su origen no fue motivado por un interés comercial, sino por una herida y sentimiento profundo, además, del deseo de no dejar morir un recuerdo. Karina emprendió este camino en memoria de su hijo mayor, quien falleció cuando apenas tenía tres años.

"Mi emprendimiento partió hace cinco años con una finalidad súper especial que un tiene un valor sentimental muy profundo para mí, ya que lo empecé a realizar en memoria de mi hijo mayor", comentó, dando a conocer que él falleció a sus tres años de edad.

"Fue como buscar la forma de conservar los recuerdos que yo tenía de él. Flor de Trébol lleva ese nombre porque esa fue una de las últimas florcitas que él me regaló. La guardé con tanto amor y miedo de que se destruyera, que comencé a pensar en cómo conservarla para siempre", relató con emoción.

CONSERVA RECUERDOS A TRAVÉS DE LA CREATIVIDAD

Desde su hogar en Negrete, donde reside desde hace más de 20 años, con su esposo y sus tres hijos, Karina instaló un pequeño taller que poco a poco se fue llenando de herramientas, resinas, moldes y sobre todo, de historias.

Con dedicación, estudio autodidacta y muchas horas de ensayo y error, Karina fue perfeccionando sus técnicas hasta lograr piezas únicas, delicadas y con un alto valor emocional. "Cuando logré hacer una joya con un recuerdo mío y sentí esa conexión, supe que no solo era para mí. Podía ayudar a otras personas a conservar también sus recuerdos".

Así nació su trabajo con leche materna, un desafío técnico que la llevó a investigar por más de un año hasta dar con su propia fórmula para deshidratarla y encapsularla en resina. "Cuando tomé la decisión de aprender a trabajar con leche materna fue un desafío bien grande ya que en el lugar donde yo vivo y en realidad cerca de mi comuna no encuentro personas que trabajen con la leche materna".

Hoy, sus joyas con leche materna son un testimonio del vínculo inquebrantable entre una madre y su hijo, y una forma de conservar para siempre una etapa tan efímera como profunda. "Es un recuerdo de esa conexión que solo las mamás entendemos, un pedacito de ese amor que llevamos por siempre".

Su trabajo, dada la delicadeza y significancia del mismo, ha sido reconocido en varias oportunidades. Ha sido distinguida dos veces por el Departamento de Cultura de la Municipalidad de Negrete como un emprendimiento innovador, y ha representado a la comuna en diversas exposiciones, incluyendo instancias organizadas por Prodemu en Los Ángeles.

Actualmente, algunas de sus joyas pueden apreciarse en un stand ubicado en la Oficina de Turismo de Negrete, donde visitantes pueden conocer de cerca su propuesta y conectarse con este universo de recuerdos encapsulados.  "A lo mejor no soy tan conocida, pero me he sentido muy apoyada por mi comuna, por mi alcalde, por mis vecinos. Eso me llena el corazón", sostuvo.

UNA MADRE, UNA EDUCADORA, UNA ARTISTA DEL RECUERDO

Karina no solo crea joyas. También trabaja en un jardín infantil, estudia Técnico en Educación de Párvulos —le queda menos de un año para titularse— y dedica tiempo de calidad a su familia. Su esposo y sus hijos la apoyan incondicionalmente en todo, y son parte fundamental del motor que impulsa su emprendimiento.

"Mis joyas son mi forma de sanar. Puedo llevar conmigo un recuerdo de mis tres hijos juntos, aunque no se conocieron. Eso es impagable. Cada joya que hago la entrego con todo el amor del mundo, pensando en que ese recuerdo es valioso para alguien, así como lo fue y es para mí", confiesa.

También realiza piezas con recuerdos de bebés, trozos de tela, pañuelos, cabellos, cenizas de mascotas, y otros objetos significativos que familias le confían para convertir en algo eterno.

"Flor de Trébol no es solo un emprendimiento. Es una misión de vida, un homenaje al amor, a la memoria y a lo que realmente importa. Le pongo mucho amor y dedicación a cada joya que hago pensando en que cada recuerdo, el recuerdo que sea, es totalmente valioso para la persona que me lo que me lo entrega, que pone la confianza en mí", finalizó.

Para conocer más del trabajo de Karina Lagos puedes visitar su cuenta en Instagram como @flor_detrebol y maravillarte con su arte hecho con alma y corazón. En cada pieza, una historia. En cada joya, un vínculo. En cada recuerdo, una eternidad.




matomo