Regístrate Regístrate en nuestro newsletter
Radio San Cristobal 97.5 FM San Cristobal
Diario Papel digital
La Tribuna
Columnista

La posverdad y la educación

Leslia Jorquera

Alejandro Mege Valdebenito

por Leslia Jorquera

En un mundo de la hipocresía, de las promesas que no se cumplen, de los cantos de sirena que cautivan a quienes los escuchan, la lucha más difícil para la educación es lograr que la verdad predomine sobre la falsedad y el engaño.

En noviembre de 2016, el Diccionario Oxford declaró el concepto “posverdad”, que fuera utilizada por primera vez en 1992, como la palabra del año por el intenso uso que se le ha dado, término que el sociólogo Ralph Keyes, en  2004,  usó en el libro “La era de la posverdad. La deshonestidad y el engaño en la vida contemporánea”, título que refleja la realidad de lo que acontece en el mundo en que vivimos donde la verdad ya no resulta importante ni relevante, desplazada por la posverdad, concepto que elude la reflexión,  reprime el pensamiento, impide verificar la información y no da posibilidad de segundas opiniones. La posverdad nos  hace aceptar como verdad  algo que aparenta serlo  porque nos acomoda  cuando la realidad y la racionalidad ceden terreno y no da respuesta a nuestra inseguridad, a los miedos ante al futuro, a la decepción frente a la política y la crisis que barre con la ética y la moral en lo social y económico y son las necesidades insatisfechas y las emociones las que guían y condicionan nuestras creencias y comportamientos, cayendo en la trampa de aferrarnos a una falsa verdad y refugiándonos  en una verdad emotiva como sucedáneo de la verdad efectiva.

La posverdad es un recurso ampliamente utilizado por las redes sociales, por la propaganda y la publicidad de todo tipo, especialmente  en el campo político, económico e ideológico y en la diplomacia,  divulgando frases y afirmaciones que disfrazan u ocultan la realidad, dando como verdaderos hechos que no tienen ninguna base real pero que complacen y calman nuestras inquietudes y necesidades o dan respuesta a lo que deseamos que fuera. El llamado a la emoción y los sentimientos influye más en la opinión y en la decisión de las personas que los hechos objetivos y  así se logra popularidad y adhesión frente a promesas que no se  cumplen.

En esta época  de  falsas afirmaciones disfrazadas de verdades que se hacen en los distintos niveles sociales, que no sólo llegamos a creer sino que, en nuestras propias relaciones sociales, contribuimos a difundir aun sabiendo que no es posible certificar su certeza, hace que el rol que tiene  la educación se haga cuesta arriba en  su tarea de desarrollar en cada individuo “el pensamiento reflexivo y metódico y el sentido de crítica y autocrítica” y participar de la vida social “en una convivencia regida por la verdad, la justicia y la paz”. Más, cuando las  propuestas de mejoras en la  educación, por sobre las declaraciones y los compromisos que se hacen a la sociedad, no logran concretarse por los intereses en juego, la posverdad se hace realidad.

En un mundo de la hipocresía, de las promesas que no se cumplen, de los cantos de sirena que cautivan a quienes los escuchan, la lucha más difícil para la educación es lograr que la verdad predomine sobre la falsedad y el engaño.

Alejandro Mege Valdebenito

 

Síguenos: Google News
banner redes
banner redes banner redes banner redes banner redes banner redes

¿Quieres contactarnos? Escríbenos a prensa@latribuna.cl

Contáctanos
EN VIVO

Más visto