Opinión

Fenómeno de El Niño y sus impactos

Académico de la Escuela de Agronomía Universidad de Las Américas

Ignacio Fuentes, Ignacio Fuentes
Ignacio Fuentes / FUENTE: Ignacio Fuentes

Varios meses de registro de un aumento de las temperaturas en el Océano Pacífico Ecuatorial Oriental, ha traído como consecuencia eventos de altas precipitaciones en Chile central. Estos sucesos, consistentes con la fase cálida de El Niño Oscilación del Sur, más conocido como El Niño, ocurren luego de tres años consecutivos de su fase fría, La Niña. Esta última estuvo agravada, entre otros factores, por los devastadores incendios forestales ocurridos en Australia en 2019, causando severas condiciones de sequía en territorio chileno.

Sin embargo, las precipitaciones registradas en las últimas semanas, concentradas principalmente entre las regiones de Valparaíso y la Araucanía, han estado caracterizadas por una prolongada duración y una intensidad relativamente alta. Estas, sumadas a una isoterma elevada, han conducido a las devastadoras consecuencias que hemos observado: deslizamientos de terreno, inundaciones y pérdidas de vida.

Estos sucesos se enmarcan en el contexto general del cambio climático global, el cual también ha exacerbado las condiciones de sequía en las regiones de Chile central y del centro sur. Cabe señalar que si bien desde O’Higgins se registran estaciones donde se presenta un superávit de precipitaciones, aún varias de las estaciones de la Dirección Meteorológica de Chile continúan bajo condiciones de déficit. Tal es el caso de las estaciones de la Región Metropolitana, donde por ejemplo en Quinta Normal se registra una disminución de precipitaciones de un 12.1% a la fecha.

Estas condiciones no son novedad. Hay que recordar que entre 2015 y 2016 se experimentó un evento "mayor" de El Niño, y las condiciones de déficit hídrico persistieron en Chile central durante ese periodo. Más aún, las temperaturas globales tienden a incrementarse durante dicho fenómeno, lo cual en verano puede resultar en una mayor demanda hídrica de la vegetación y menor humedad en los suelos. Estos factores pueden favorecer la propagación de incendios forestales, como los ocurridos en 2017, y también pueden afectar los cultivos debido a las posibles olas de calor.

En consecuencia, el llamado a la sociedad civil es a estar atenta a los eventos meteorológicos con el objeto de prevenir y/o mitigar los eventuales desastres naturales cuya ocurrencia se ha vuelto más frecuente en la última década.

Ignacio Fuentes

Académico de la Escuela de Agronomía Universidad de Las Américas

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