Opinión

Acoso escolar: alguien nos necesita

Jefa de carrera de Psicología UCSC

Marcela Mora, UCSC
Marcela Mora / FUENTE: UCSC

Las conductas de acoso escolar han estado presentes en distintas culturas hace muchísimos años, por lo que han llegado a normalizarse, considerándose como parte habitual del funcionamiento del sistema escolar. Actualmente, tenemos mayor conocimiento acerca de lo perjudicial que es para un niño o una niña el haber sido víctima de este tipo de matonaje a lo largo de etapas tempranas de su desarrollo.

Para comprender mejor esta realidad, hay que considerar que existen distintos actores involucrados en la mantención de estas dinámicas, los que incluyen no solamente al agresor y la víctima.

Habitualmente, la víctima es un niño o joven que presenta alguna característica llamativa para el resto, como su aspecto físico, intereses especiales, forma de expresarse o dificultades para socializar.

Por su parte, el agresor o agresora generalmente presenta problemas en cuanto a su salud mental, secundario a diversos factores, los que pueden ir desde el estar expuesto a violencia en su núcleo familiar, falta de atención de parte de los padres, o tener algún tipo de trastorno de la conducta, entre otros.

Estamos experimentando una realidad en donde los casos de víctimas de acoso escolar que llegan a tomar decisiones radicales, como el suicidio, han ido en aumento. Por eso es importante cuestionarnos porqué estamos llegando a estos extremos y qué podemos hacer para cambiar el foco hacia la prevención, más que a la intervención cuando la dinámica ya está instalada.

Los padres tienen un rol fundamental en generar la confianza necesaria en sus hijos para que éstos se sientan con la libertad de acudir a ellos cuando se enfrenten a acoso escolar. Debemos involucrarnos en la educación de nuestros hijos, no solamente cautelando que estudien, sino que estando presentes y estableciendo comunicación permanente con su establecimiento educacional.

Quienes pueden tener un rol fundamental en que este tipo de prácticas disminuyan, son los espectadores de este tipo de dinámicas, los que incluyen a todos los integrantes de la comunidad educativa.

Debemos dedicar tiempo a la concientización: si tengo compañeros que no se ríen de lo que el agresor hace, éste pierde poder; si tengo profesores que se turnan por estar vigilando a conciencia lo que ocurre en los recreos, también pierde poder.

Aprender no solamente a formar buenos estudiantes en el ámbito académico, deportivo o artístico, sino que a contribuir en la formación de personas con valores que sean un aporte para nuestra sociedad. Para ello, hay que estar dispuestos a dejar de pensar sólo en nuestros intereses personales y comenzar a ver al otro como alguien que necesita de nosotros.

Marcela Mora Goth

Jefa de carrera de Psicología UCSC

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