El delirium es uno de los síndromes geriátricos más significativos que existen, y representa un gran desafío para los equipos sanitarios. Se asocia a graves consecuencias clínicas y, además, aumenta el gasto hospitalario.
Se entiende por delirium un cuadro caracterizado por una alteración aguda de la atención, de curso fluctuante, que afecta también la cognición. Se manifiesta como un cuadro de confusión, de aparición repentina, que suele asociarse a un estado de mucha agitación, alucinaciones e hiperactividad (delirium hiperactivo) hasta un estado hipoactivo o de mucha somnolencia (delirium hipoactivo). También estos estados pueden darse combinados, fluctuando entre hiperactividad e hipoactividad (delirium mixto).
Es altamente prevalente, afectando casi al 30% de las personas mayores hospitalizadas en medicina general y a un 75% de aquellos hospitalizados en unidades de cuidados críticos. A pesar de su alta frecuencia, se diagnostica poco porque a menudo se valora como algo normal cuando no lo es; el delirium es una urgencia médica y se debe intervenir dado sus graves consecuencias, tales como aumento de la mortalidad o aumento del riesgo de institucionalización. Además, existe evidencia que demuestra la asociación de delirium con un declive cognitivo a largo plazo, desarrollando demencia.
La causa que desencadena este estado puede ser muy diversa: desde una neumonía, un infarto o una cirugía de cadera, hasta una leve infección urinaria o deshidratación. Generalmente, mientras más frágil sea la persona mayor, de menor magnitud será el gatillante que desencadene este cuadro. Existen múltiples factores predisponentes de delirium, entre ellos la edad avanzada, el presentar demencia, antecedentes de haber presentado delirium con anterioridad, presentar algún déficit visual o auditivo, entre otros. Si bien es común que exista una causa biomédica del delirium, generalmente es multifactorial y su tratamiento se centra en corregir estos factores, así como también llevar a cabo un abordaje multicomponente centrado en la persona para prevenir y manejar, de manera efectiva, el delirium.
Es de suma importancia destacar que un 30-40% de los delirium son prevenibles. Medidas sencillas de prevención, abarcan desde mantener una iluminación adecuada (luz de día, oscuridad de noche), garantizar el descanso nocturno, asegurar una correcta hidratación y nutrición, orientar y recordar a menudo la fecha, la hora y el lugar donde se encuentra la persona, uso de lentes ópticos o audífonos si se precisa, la movilización precoz, revisión de los medicamentos que toma o que se indican, pues pueden precipitar este cuadro. Todas estas son las actuaciones que han demostrado mejores resultados y por ello debemos insistir en implementarlas en los hospitales sin demora.
El familiar o cuidador que visita a una persona mayor hospitalizada puede ser de gran ayuda en esta tarea de prevención, al ayudar a orientar, estimular, alimentar o hidratar al paciente, considerando que en la recuperación tanto el apoyo del equipo clínico, como de la red de apoyo de la usuaria o usuario, son relevantes.
Dra. Jimena Tiznado
Jefa de la Unidad de Geriatría del Complejo Asistencial "Dr. Víctor Ríos Ruiz"
![]() |
||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
¿Quieres contactarnos? Escríbenos a prensa@latribuna.cl
Contáctanos