Opinión

Cáncer de ovario: ninguna mujer se queda atrás

Académica Obstetricia Universidad Andrés Bello

Romina Bustos, UNAB
Romina Bustos / FUENTE: UNAB

En Chile, según el Ministerio de Salud, al año se diagnostican alrededor de 800 casos de cáncer de ovario, de los cuales fallecen aproximadamente 500 personas. A nivel mundial, según la OMS, se estima que cada año se diagnostican alrededor de 239.000 nuevos casos de cáncer de ovario en todo el mundo, y se producen aproximadamente 152.000 muertes relacionadas con esta enfermedad. Estas cifras sitúan al cáncer de ovario como la octava causa más común de cáncer entre las mujeres y la séptima causa de muerte por cáncer en mujeres en todo el mundo. El cáncer de ovario epitelial es el más frecuente en Chile y es el único que se encuentra cubierto por el estado a través de las garantías explícitas en salud GES.

Este cáncer es conocido como el gran imitador. Esto porque habitualmente los síntomas y signos no son específicos de la afección y se confunden con patologías relacionadas al área intestinal, tales como: síndrome de intestino irritable, algia pélvica crónica, afecciones gastrointestinales, entre otros, lo que impide a la usuaria que consulte a tiempo, detectándose tardíamente, en sus etapas más avanzadas, cuando quedan los cuidados paliativos como única opción de atención. Al no ser un cáncer altamente frecuente como el cáncer de mama y cáncer cervicouterino, el método de pesquisa es poco conocido. Sin embargo, la pesquisa es el primer paso en la batalla contra el cáncer de ovario, ya que su detección temprana es fundamental para mejorar las tasas de supervivencia.

Aquí es donde entra en juego la importancia de la conciencia pública y la educación sobre los síntomas y signos clínicos del cáncer de ovario, el cual se caracteriza por presentar hinchazón abdominal persistente, dolor o presión en área pélvica, dolor abdominal o de espalda, dificultad para comer o sensación de saciedad rápida. Evidentemente estos síntomas pueden estar relacionados a otros tipos de patologías, por eso la importancia de acudir a la matrona/ón de manera anual a realizarse los chequeos de salud correspondientes, con el objetivo de que este profesional pesquise la enfermedad y derive cuando corresponda. Cuanto antes se busque atención en matronería, mayores serán las posibilidades de un diagnóstico temprano y un mejor resultado.

La promoción de la salud desempeña un papel crucial en la prevención del cáncer de ovario. Fomentar estilos de vida saludables, que incluyan una dieta balanceada, ejercicio regular y evitar el tabaco, puede reducir el riesgo de desarrollar esta afección.

La matronería, con su enfoque holístico y centrado en la usuaria/o, desempeña un papel fundamental en la lucha contra el cáncer de ovario. Las matronas y matrones ofrecemos asesoramiento sobre salud sexual y salud reproductiva a lo largo de la vida de las personas. Desde la asistencia del parto, la recepción del recién nacido, durante la infancia, la adolescencia hasta la menopausia, estamos en una posición única para educar y empoderar a las usuarias/os para que tomen decisiones informadas sobre su salud.

Desde mi experiencia como matrona especialista en ginecología, he sido testigo del diagnóstico tardío del cáncer de ovario y como esto afecta negativamente a la persona, sus familias y entorno, considerando que a esas alturas, solamente podrán acceder a cuidados paliativos, es decir, a una atención que busca mejorar la calidad de vida del paciente y alivio del dolor, mientras se espera que la enfermedad mortal cumpla con su parte. Además, como docente, he vivido desde cerca el diagnóstico de las madres de mis estudiantes y he podido experimentar el largo y arduo proceso de recuperación.

Bajo el lema "no woman left behind" o "Ninguna mujer se queda atrás", quiero dejar en claro que la lucha contra el cáncer de ovario es un esfuerzo colectivo que requiere el compromiso de la comunidad matronil, médica, el estado, las organizaciones de salud pública y, lo más importante, las propias usuarias. Este día mundial nos recuerda que juntos podemos marcar la diferencia, trabajando hacia un futuro donde esta enfermedad ya no sea una amenaza tan grave para la salud de nuestras mujeres.

Romina Bustos Águila

Académica Obstetricia Universidad Andrés Bello

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