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Columnista

De la virtud y antivalores

Zenón “Cheno” Jorquera

por Zenón “Cheno” Jorquera

La virtud es una cualidad humana propia de quien obra correctamente. También lo es la actitud, el carácter, la disposición de la persona para desempeñarse de acuerdo con determinados proyectos ideales. Estos pueden ser el bien, la verdad, la justicia y la belleza. Las personas a las que consideramos íntegras moralmente tienden a regirse por lo que es justo, lo que a su vez para ellas -y en general- es considerado correcto o entendemos por libre de errores. De conducta irreprochable.

En palabras sencillas: Una persona virtuosa es una persona correcta, que procede de manera recta.  

El hombre de bien debe dedicarse al cultivo de la virtud.

La Real Academia de la Lengua Española, (RAE) proporciona otras acepciones de virtud. La virtud cardinal (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), que son el principio de otras virtudes contenidas en el cristianismo. La  virtud moral (el hábito de obrar bien). La virtud teologal (fe, esperanza y caridad) igualmente en el cristianismo.

Cada día nos conmovemos (si aún nos sorprendemos por algo, si nos queda la capacidad de asombro, ya que hay muchos situaciones o hechos que se han transformado en costumbre) por las actitudes de las personas, incluso aquellas a las que tenemos por virtuosas. Es decepcionante comprobar que la ambición rompe las reglas, la deslealtad asoma sin descaro, la envidia florece (por cosas nimias, insignificantes) después de estar latente, oculta; la amistad se triza, se quebraja, se hace añicos, se termina. Triste es comprobar que "el falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol" (Carlo Dossi). 

Ejemplos en la vida diaria hay muchos. Y aparecen con mayor fuerza cada cierto tiempo. En este año, con mayor asiduidad. Claro, la ambición nubla la razón. La competencia no es muy sana. "La ambición rompe el saco". Y surgen las frases destempladas, de franca desmesura: "Esto es sin llorar", por ejemplo. La amistad cívica -entonces- es una falacia para quienes utilizan con malicia palabras fuertes que las quieren suavizar con cinismo. Primero aparentan estar de acuerdo, de manera solapada, emiten una suave alabanza, después descargan su resentimiento y finalizan agradeciendo por lo que haces porque es  muy valioso. Eso es retórica. Y también cinismo, cuyo significado es persona que actúa con falsedad o desvergüenza. Se asemeja a hipocresía, cuando se finge o aparenta lo que no se siente, mostrando una imagen falsa de lo que se es. Ambas son cercanas.

Fue en la Antigua Grecia donde se originó la retórica como el arte de expresarse de manera adecuada para persuadir al interlocutor. Y como todo, con el paso de los años, se ha desvirtuado, corrompido, deformado. Persuadir es un arte, utilizar las palabras precisas para inducir o convencer a una persona en creer o hacer algo, pero siempre de manera honesta, justa, leal, honrada, con argumentos, fundamentos, razonamientos. Lo contrario es engañar, engatusar, utilizando halagos (ciertamente falsos, espurios, dañinos) con un propósito nefasto.     

Hay defectos de herencia que son difíciles de corregir.         

¡Cuán valiosa es la virtud! Debemos practicarla siempre y en todo lugar. Que aflore libre y espontánea. Que sea el reflejo del espíritu, que da vida y llena el alma, como decían los estoicos, para quienes todo estaba constituido por materia y pneuma, aliento de vida, y enseñaban que "la virtud es el único bien" para los seres humanos. Las virtudes, tales como la humildad, la perseverancia, la honestidad y muchas otras nos ayudan a crecer como persona y a alcanzar nuestras metas.      

Aunque el término "disvalor" no aparece en el diccionario de la RAE se utiliza como una desviación de un valor o antivalor, lo opuesto a lo que entendemos como socialmente correcto; conductas que se consideran dañinas como la injusticia, el egoísmo, la impunidad, la mentira. Todas estas conductas deterioran las relaciones interpersonales y sociales, son nocivas y perniciosas, y afectan más, en definitiva, a quien las practica que a quienes van dirigidas.

Zenón "Cheno" Jorquera

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