Seguramente hubo un atisbo de desconfianza al resolver el juramento en instalación del nuevo Concejo Comunal. El salón del hotel Four Points se repletó. A una cuadra, estaba el Teatro Municipal vacío. Sus 700 butacas y otros espacios habrían recibido a los entusiastas angelinos que concurrieron al hotel y los cientos que quedaron fuera. Estaba todo repleto.
¿Qué ocurría?
La ceremonia anterior de instalación del Concejo, cuatro años atrás, 2020, lo mismo: Fue una desabrida reunión de concejales electos con un solo invitado por concejal, sin canción nacional, menos imágenes gigantes y mucho menos, el pueblo. Veinte minutos y hasta luego. Fuera del edificio municipal, nadie. ¿Qué había ocurrido? La verdad que nada.
En cambio, viernes pasado, otro alcalde, la misma ceremonia. Fue todo distinto. Privilegiado por estar en dos actos de igual connotación institucional, pero absolutamente distintos, ahora repleto de ánimos positivos, alegrías y población rural llenaba un salón enorme, que se hacía pequeño, se instalaba el Concejo Comunal. El secretario municipal leía las leyes que daban origen al nuevo Gobierno Comunal y cada nombre de alcalde y concejales eran recibidos con aplausos vivas y vibras positivas. Luego el discurso del nuevo alcalde,
José Pérez, de rigurosa tenida huasa, en su intervención, claramente muy crítica a la situación que recibía la comuna, fijó en tres puntos sus inquietudes, todas ellas expresadas con evidente molestia, la preocupación y primeros anuncios de la autoridad que ahora llegaba. Lo primero fue la seguridad. "No es posible que mi comuna tenga este año 30 homicidios. Esto no puede ser. Comprometeré a Santiago en la solución de este problema". Sin duda era la peor herencia recibida. Sus palabras fueron fuertes decididas y muy claras. La ovación surgió espontáneamente logrando comprometer a los presentes, representativos de la población angelina, a ser pare de la solución de este grave asunto que afecta a nuestra población. Lo segundo fue recoger la realidad comunal con un 37% de población rural, dando cuenta de un listado de problemas no solucionados que afectaba la convivencia rural. A los presentes se les vino a la memoria el slogan anterior, "Construyendo ciudad", como si ello fuera toda la comuna. Los aplausos de las decenas de hombres y mujeres campesinas presentes dieron cuenta del jolgorio producido. Veían en el nuevo alcalde un cambio profundo en el quehacer de su gobierno comunal lleno de esperanzas. Y en tercer lugar, anunció la marginación de todos los partidos políticos en su gobierno comunal. "No quiero ningún partido político en el trabajo con el Concejo. Trabajaremos muy unidos, las campañas terminaron". Tales advertencias volvieron a provocar nuevos aplausos. Ocurría algo que llegaba al corazón de la gente, sentirse parte del trabajo comunal. De partida, ya se había dado cuenta la presencia de todas las organizaciones de la sociedad civil de la comuna, lo que significaba volver a estar presentes colaborando y opinando sobre el futuro comunal. Terminaban las ausencias y asumían compromisos. Aplausos y expresiones de ánimo y positiva disposición para trabajar con el alcalde y el concejo.
Uno de los puntos exigirá el compromiso de todos; Seguridad. Los Ángeles, por su bonanza económica, se repletó de narcos, sicarios, asesinos, y lo más graves, jóvenes niños, drogadictos, que por su adicción son -en los hechos-, aliados del mundo criminal. La labor que viene es muy grande y cualquier determinación que tome el Concejo y particularmente el alcalde, no deben haber segundas voces comprometiéndose todos nosotros en ser parte de la solución, cumpliendo con lo que la autoridad municipal nos solicite. Deseo éxito a alcalde y concejales. Tienen el pueblo con ustedes.
Mario Ríos Santander