Opinión

Navidad

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ALEJANDRO-MEGE-4 / FUENTE:
"La Navidad es una necesidad. Tiene que haber al menos un día en el año para recordar que estamos aquí para algo más que nosotros mismos"

Arnold Eric Sevareid

Finaliza el año y en un ambiente político social líquido, a veces fangoso, sin consistencia ni firmeza,  incluso sin que se avizoren límites claros ni tierra firme que dé esperanzas para que la población sepa a qué atenerse, que cambia de forma, profundidad  y sentido al compás de (in)decisiones político administrativas y económicas, que parecen  poco pensadas y respetuosas de la dignidad de las personas, donde los intereses personales o de grupos, donde los nosotros y nos los ellos,  son los que priman, hacen que la gobernanza de la nave del  país, navegando con no pocos e inexpertos aprendices de marinos,  pierda la brújula y se bambolee y más de alguien caiga por la borda sin que nadie le lance un salvavidas y cuando lo hacen, después de muchos explicaciones, que confunden más que aclaran y no explican nada, el esperado salvavidas para el náufrago que se hunde,  resulta ser un chaleco de plomo.

Súmese a eso el drama que viven las familias, especialmente las de menores recursos, para encontrar un colegio donde estudien sus hijos -que mejoren la comprensión lectora y los hábitos- que quede con algo más de cercanía de sus hogares o de obtener atención médica por lo menos en plazos razonables, con remedios para sus dolencias; con altos niveles de desempleo, la baja natalidad que impactará el relevo de la población mayor, en fin. Todo esto y más, con el permanente temor de ser víctima de una delincuencia cruel y sin límites y sin el suficiente control para contener estos desmanes y poder caminar por calles, plazas y avenidas, incluso de vivir con tranquilidad y paz en su propia casa sin el temor de ser asaltados o muertos.

Frente a este panorama, que resulta desolador para muchos, la cercanía de la Navidad la que, si bien es una actividad de origen religioso, es esperada también por quienes no profesan fe ni religión alguna por ser un profundo sentimiento de solidaridad y de amor por el otro, por el hermano de aquí y de allá; pobres o ricos, poderosos o humildes, viajeros todos de un común destino. Navidad  que es esperada y que se siente por ser el bálsamo que cura todos los dolores y restaña todas las heridas sociales y ser una luz que disipe las tinieblas, reconforte y fortalezca los espíritus y que la fraternidad y la caridad, sin distinciones ni precios, se hagan una realidad efectiva y afectiva que traspase todas las barreras que dividen y que olvidan la condición humanas de todos y que es válida aún en la desigualdad social.

La Navidad es el anuncio de la Buena Nueva, de la necesidad y la capacidad humana de unirnos a pesar de nuestras diferencias; es un oasis que calma los espíritus, que nos libera de todo rencor u odio, que enternece los afectos y nos hace mirar con otros ojos, a veces con lágrimas, la necesidad y el dolor de quienes no nos deben ser ajenos. La Navidad es un nuevo nacimiento, es amor, es modestia, es humildad, es grandeza de alma y un mensaje de redención humana que suprime todo tipo de  posiciones intransigentes que impiden la cooperación para buscar y construir los puentes que son necesarios, estrechar las manos o fundirse en un fraternal abrazo que reconozca en cada uno su valer y dignidad, sin declinar las particulares, sanas y honestas creencias, y sin perder la libertad como ser, al mismo tiempo, único y universal.

El sentimiento y el mensaje que encierra la Navidad debe estar siempre presente todos los días y no solo en la palabra, la declaración o el discurso. Debe ser acción que impregne el sentir y las actitudes de  las nuevas generaciones para evitar que los errores de los mayores, de antes y de ahora, se repitan.

A todos, una ¡Feliz Navidad!

Alejandro Mege Valdebenito

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