La construcción del puente Chichintawe, en la comuna de Alto Biobío, es mucho más que una obra de ingeniería: es un acto de justicia territorial. Durante años, las familias que viven al otro lado del río Queuco han debido enfrentar condiciones adversas, aislamiento y falta de acceso adecuado a servicios básicos. Esta infraestructura viene a responder a una necesidad urgente de conectividad, pero también a abrir una puerta hacia el desarrollo integral de la zona.

Conocí esta realidad de primera fuente hace más de dos años, cuando me reuní con Marcelo, dirigente del sector, y con otros líderes comunitarios. Nos encontramos debajo de un árbol, junto al río, en un diálogo simple pero profundo. Ahí me plantearon con claridad la necesidad urgente de contar con un puente que reemplazara al anterior, que estaba completamente deteriorado y ya no garantizaba el paso seguro de personas ni vehículos. A partir de ese momento iniciamos las gestiones necesarias, con perseverancia y convicción, hasta lograr la instalación de un puente mecano, junto con la construcción de las bases que hoy permiten su funcionamiento. Esta semana tendremos la oportunidad de inaugurar oficialmente esta obra, que es fruto del trabajo conjunto entre las comunidades y el Estado.

Una comunidad que puede desplazarse con seguridad, que accede sin obstáculos a salud, educación y oportunidades laborales, es una comunidad con dignidad. El puente permitirá eso y más. No solo mejorará la calidad de vida de quienes habitan allí, sino que también fortalecerá el potencial turístico de Alto Biobío, en particular, de un atractivo natural tan valioso como las termas, que hoy permanecen subutilizadas por falta de acceso.

Invertir en infraestructura es invertir en cohesión social, en desarrollo local y en futuro. Desde el Senado seguiremos respaldando proyectos como este, que encarnan el compromiso con los territorios postergados y con una visión de país que pone a las personas en el centro.

Gastón Saavedra Chandía, senador de la República