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Columnista

Gabriela Mistral: La educadora que transformó vidas

Esther Gómez de Pedro

Directora Nacional de Formación e Identidad Santo Tomás

por Esther Gómez de Pedro

El 7 de abril, celebramos el nacimiento de una de las figuras más emblemáticas de la literatura y la educación en Chile: Lucila Godoy, conocida mundialmente como Gabriela Mistral. Aunque su nombre resuena con fuerza gracias al prestigioso Premio Nobel de Literatura que recibió en 1945, es fundamental recordar que su verdadera pasión y vocación se encontraban en la educación. Mistral no solo fue una poetisa; fue una maestra que dedicó su vida a cultivar el potencial de sus estudiantes, convirtiendo el aula en un espacio de transformación y esperanza.

Desde sus inicios como maestra rural hasta su labor como directora de liceos, Mistral entendió que la educación era su poesía más profunda. En sus aulas, no solo enseñaba materias, sino que también daba voz a las realidades de sus alumnos, muchas veces complejas y dolorosas. Su enfoque educativo era un reflejo de su propia infancia en el Valle del Elqui, donde experimentó las dificultades y las privaciones. Esta vivencia la hizo especialmente sensible a las necesidades de los más vulnerables, y su célebre afirmación: "La infancia merece cualquier privilegio", resuena con una verdad inquebrantable.

Mistral no se limitó a ser una figura autoritaria; su trato con los niños era de respeto y cariño. Ella creía firmemente que cada niño tenía un potencial único que debía ser descubierto y nutrido. En sus palabras, "Yo hablo por muchos que no pueden hablar", se encuentra la esencia de su labor: ser la voz de aquellos que, por diversas razones, no podían alzar la suya. En un mundo donde muchas veces se silencia a los más pequeños, Mistral se erigió como un faro de inclusión y acogida.

Su legado educativo es un recordatorio de que la enseñanza va más allá de la transmisión de conocimientos. Es un acto de amor, de entrega y de compromiso con el futuro. En un momento en que la educación enfrenta desafíos significativos, la figura de Gabriela Mistral nos invita a reflexionar sobre la importancia de cultivar un ambiente donde cada estudiante se sienta valorado y escuchado.

Hoy, al conmemorar su nacimiento, no solo celebramos a una gran poetisa, sino a una educadora que entendió que la verdadera transformación social comienza en las aulas. Gabriela Mistral nos dejó un legado invaluable: la convicción de que cada niño merece la oportunidad de florecer, de ser escuchado y de encontrar su voz en el mundo. En su memoria, sigamos trabajando por una educación que respete y valore la singularidad de cada estudiante, porque, al final del día, en cada niño hay un futuro que espera ser descubierto.

Esther Gómez de Pedro

Directora Nacional de Formación e Identidad Santo Tomás

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