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En la tarde de ayer
se registró uno de los fenómenos naturales más inesperados del último tiempo: un
tornado azotó la zona norte de Los Ángeles, provocando graves destrozos en
viviendas y fábricas y dejando la suma de 16 heridos de diversa consideración.
Unas 11 mil personas se vieron afectadas por el corte de luz y los
establecimientos municipales informaron rápidamente sobre la suspensión de
clases en sus establecimientos.
Los cuerpos de
emergencia funcionaron rápidamente, las autoridades se demoraron alrededor de
dos horas en establecer el Comité Operativo de Emergencia, que dadas las
distancias y condiciones en que se encontraban los caminos se trata de un
tiempo muy rápido. Los sistemas de salud también funcionaron correctamente,
priorizando los espacios para los más afectados.
En general, la
ciudad respondió con lo que tenía a mano a un evento meteorológico desconocido,
para el cual quizás ninguna ciudad chilena está preparada.
Sin embargo, un par
de horas después, comenzó a circular una información sobre un supuesto corte de
luz que afectaría a la ciudad a las 22:00 horas. Ese dato movió rápidamente a
quienes se preocuparon por los contratiempos que trae un corte de luz general
después de tal incidente.
La Municipalidad y
la compañía eléctrica se apuraron en descartar la información, al mismo tiempo
que diario La Tribuna obtenía información orientada a eso mismo. En resumen,
una pérdida de tiempo para las autoridades que deberían estar concentradas en
otra cosa.
Manejar de manera
seria la información en momentos de catástrofe es clave para ayudar a mantener
la tranquilidad y focalizar los recursos donde se necesitan. Comprobar los
datos y no compartirlos si no se sabe su fuente es una buena práctica que
pueden realizar todos quienes están involucrados de una u otra manera.
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