Lluvias de invierno

Las inundaciones en Los Ángeles son parte de su historia. La última  ocurrió en julio de 2006, pero antes hubo otros eventos de similar magnitud - que incluso fueron peores -, como las de fines de abril de 1958, causadas por los desbordes del estero Quilque en el radio céntrico de la ciudad.

Debido a esta situación, desde siempre se han intentado tomar acciones de todo tipo para enfrentar esas emergencias, especialmente en los meses anteriores a la temporada de lluvias, a fin de evitar perjuicios mayores a la población y también en las actividades comerciales.

Las recientes lluvias, algunas de las cuales han sido muy copiosas, ya suman más de 80 milímetros durante abril, de acuerdo a datos de la Dirección Meteorológica de Chile en su estación de medición en el aeródromo María Dolores.

Es que cada año, las precipitaciones amenazan con desbordar el estero Quilque y sumergir viviendas y edificio enteros bajo el agua, razón por la cual se activa la denominada la Operación Invierno, que busca mitigar el impacto de las lluvias invernales. Este plan integral no solo se enfoca en la respuesta a emergencias, sino que también prioriza la prevención y la preparación. Y en una región tan propensa a las inundaciones como Los Ángeles, esta preparación es absolutamente esencial.

Esas condiciones son las que dieron pie a la necesidad de llevar a cabo un Plan Maestro de Aguas Lluvia para prevenir las consecuencias desastrosas de los desbordes, lo cual ahora se ha estado materializando con las primeras intervenciones sobre el estero Quilque, y que incluirán también su paso por el centro de la ciudad.

Lo más llamativo será la construcción de una laguna de regulación en el costado oriente de la avenida Las Industrias, con el propósito de contener las aguas cada vez que se produzcan las lluvias intensas, de manera de controlar el agua sobre el cauce sin que provoque estropicios.

La inversión bordea los 42 mil millones de pesos (más de 7 mil 500 millones son para expropiaciones), siendo la mayor inyección de recursos a nivel nacional para abordar ese tipo de emergencias.

Estas obras contra eventos extremos no solo evitarán los millonarios daños por las inundaciones, sino que también serán una oportunidad para un desarrollo urbano sostenible, al transformar las áreas ribereñas en espacios verdes y recreativos para sus habitantes.

Sin embargo, es fundamental abordar este tipo de proyectos con una perspectiva integral y sostenible. Esta intervención debe ir acompañada de una gestión eficaz del agua y un enfoque de planificación urbana que considere la resiliencia climática a largo plazo. Además, es esencial involucrar a los habitantes de las comunidades ribereñas en el proceso de toma de decisiones, asegurando que estas obras no solo protejan, sino que también fortalezcan el tejido social y cultural.