El pasado miércoles 7 de septiembre, el Banco Central presentó su Informe de Política Monetaria (IPOM), el cual arrojó niveles preocupantes en materia de crecimiento económico.
La proyección bajó a un rango de 1,5% a 2% y asimismo, redujo las estimaciones para el 2017 de 2% a 3%.
Mientras el fondo monetario internacional ha cifrado que países vecinos como Perú crecerán al 3,7% o Argentina que se ha puesto el desafío de crecer el próximo año de un 3 a un 5%, resulta verdaderamente delicado lo que está ocurriendo a nivel nacional.
Dentro de los factores expuestos por los expertos, lo que gatillaría esta contracción serían principalmente los factores internos. Las reformas impulsadas por el ejecutivo y la desconfianza que existe en el sector privado mantienen tenso el ambiente frente a la posibilidad de levantar las cifras.
Generalmente, estos indicadores no nos dicen nada, nos cuesta entenderlos y las personas difícilmente pueden tomar en cuenta lo relevante que son. Las cifras mediocres que está experimentando el país, se traducen en pocas palabras, en personas con más bajos ingresos, empleos precarios o derechamente, cesantía.
Lo que indicó el BC esta semana, en resumen es el peor registro que tenga nuestro país desde 1990 y aunque la propia Presidenta de la República le ponga paños fríos a la situación, sosteniendo que la inversión en materia de infraestructura pública “como hospitales, centro de salud, viviendas, carreteras, puentes”, podrían recuperar el ritmo de la economía, generar más empleos y brindar protección a las familias, la verdad de las cosas es que no está nada de fácil, considerando la proyección que se estima para el 2017.
El economista de la Universidad de Santiago, Guillermo Pattillo, ha sido enfático en señalar que son los propios elementos internos del país los que tienen el frenazo en materia de crecimiento. El profesional ha acusado una mala gestión local, “reformas mal hechas” las que ha llamado “anti mercado”, porque asegura que han generado un desprestigio sobre la actividad privada, lo cual ha provocado un daño grave.
De esta manera, el desafío del gobierno de recuperar la economía, pareciera haberse estancado y todo indica que será la próxima administración, sea cual sea el pensamiento ideológico que escoja la ciudadanía, la que tendrá que hacerse cargo del problema.
En conclusión, la desaceleración que tiene actualmente el país, según las voces autorizadas de la economía, no evidencia que habrá una solución en el corto plazo. Afortunadamente en la región del Biobío y Los Ángeles especialmente, el desempleo se encuentra estabilizado, pero no hay que confiarse, ya que el efecto en cadena que puede producirse con este modesto escenario, podría tener serias consecuencias si no existe un despegue importante en todos los rubros. Como nota al margen, en la microeconomía, también se deben impulsar estrategias que permitan motivar el emprendimiento, el desarrollo y también el ahorro. Actualmente, según el economista Gino Lorenzini, de Felices y Forrados, no hay mucha diferencia entre una persona que ahorra en su casa o en el Banco, por lo tanto, los beneficios de motivar la inversión individual tampoco favorece a un mejor clima de negocios a nivel nacional. Hay que despegar en la gran industria, el comercio, la construcción, pero también a nivel de personas. Ardua tarea.
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