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La Tribuna

No es un chiste

por Leslia Jorquera

El día que se legalice, probablemente podamos tener otro tenor en este debate, pero si ya es cuestionable que los adolescentes estén fumando cigarrillos antes de entrar a clases, más grave aún es que lleguen "volados" a sentarse a las aulas y peor todavía, que estén vendiendo o armando papelillos al interior de los establecimientos.

El día de ayer, La Tribuna publicó una información muy preocupante para nuestra sociedad toda. Un menor de edad fue sorprendido vendiendo marihuana en la Plaza de Armas y fue tomado detenido. Pese a que existen cultivos legales con fines medicinales y a nivel internacional muchos países le han abierto la puerta, lo cierto es que la marihuana sigue siendo una droga ilícita en Chile y por ende, preocupa que lleguen a las manos de los niños.

A ello, se suma que la Plaza de Armas de nuestra ciudad se ha transformado en el espacio para que los jóvenes, sin temor alguno, lleguen en masa a consumir este estupefaciente, sin que sean molestados por nadie. Incluso carabineros que pasan por dicho lugar, no hacen prácticamente nada.

Independiente si su postura es pro legalización de la marihuana, es poco sano que un adolescente de 12 a 17 años, en pleno proceso de crecimiento y madurez, consuma esta hierba. Es muy delicado, porque, pese a que se señale que existen características positivas del producto, no es normal que un muchacho, antes de ingresar a las aulas o en plena semana de estudios o pruebas, tenga que vivir los efectos inmediatos tales como, la sensación de felicidad, relajamiento o euforia; reacciones y coordinación más lentas entre los ojos y las manos; mareos; percepción distorsionada del tiempo y la distancia; dificultad para razonar, aprender y recordar; confusión o ansiedad, entre otros.

Más preocupante resulta la liviandad con que se toma el problema por medio de las redes sociales, que muchas veces validan las opiniones en el resto de la ciudadanía. Ahí la gente no se preocupa de lo que están haciendo los menores, si no que se dan aseveraciones que llaman a dejar que la juventud haga lo que quiera, y no puede ser así.

El día que se legalice, probablemente podamos tener otro tenor en este debate, pero si ya es cuestionable que los adolescentes estén fumando cigarrillos antes de entrar a clases, más grave aún es que lleguen “volados” a sentarse a las aulas y peor todavía, que estén vendiendo o armando papelillos al interior de los establecimientos.

Es hora de que los adultos y las autoridades tomen las medidas del caso y además de ayudar a los pequeños, le devuelvan la sensación de seguridad a la plaza más importante de la provincia.

 

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