Universitarios, los necesitamos

Nadie podría desconocer que la energía, la voluntad y la solidaridad de cientos de universitarios, han permitido desarrollar importantes cambios en la calidad de vida de las personas. Levantar casas, realizar voluntariados o llevar a cabo campañas y actividades solidarias, han calado profundamente en los lugares en donde ellos las realizan.

El día de ayer, pudimos apreciar en La Tribuna, como un grupo de estudiantes, al alero de la Pontificia Universidad Católica de Chile, decidió olvidarse del descanso invernal y llegó hasta las zonas rurales de la provincia, para aportar su granito de arena. En este caso, se trata de jóvenes católicos que están levantando capillas en sectores vulnerables. En otras ocasiones, los hemos visto martillo en mano, buscando terminar con los campamentos en Chile.

Si bien a nivel provincial, las casas de estudio desarrollan actividades de responsabilidad social con los jóvenes, se necesitan muchas manos para realmente aportar a un cambio en la conciencia de las personas. Si nos comportamos como esos altruistas universitarios, podríamos ser un mejor país, con valores y convicciones que nos llevarán al desarrollo en todo ámbito.

Ante esto, si eres un joven de la educación superior, te invitamos a reflexionar cómo puedes ser un aporte para la comunidad de la provincia de Biobío, de tu comuna e incluso de tu barrio. Si das el paso y contagias a otros a hacer buenas acciones, ten por seguro que darás un legado a este territorio.

Por su parte, los adultos que se encuentran en la empresa privada, en las universidades y en las organizaciones, tienen un bello desafío: motivar a las nuevas generaciones a interesarse en los demás y a participar en las iniciativas que pretendan cambiar la vida de las personas.

Es de suma importancia que se generen estos espacios de construcción social, ya que es la única herramienta, fundamental por lo demás, para salvaguardar el bienestar de cada uno de los que compone esta maravillosa provincia.

Avancemos juntos para que potenciemos las capacidades de servicio social de la juventud. El desarrollo económico es muy positivo, pero cuando va de la mano del desarrollo social, la marraqueta es aún más crujiente.